XII Domingo delTiempo Ordinario, Ciclo A

Mt 10, 26-33: Evangelizadores Audaces

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio:  

 

"En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse.

Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas. No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo .

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos” (Mt 10, 26-33).

¡Palabra del Señor!
¡Gloria ti, Señor Jesús!

 

Comentario:


Jesús envía a sus apóstoles para que vayan en busca de las ovejas perdidas, y para eso les da oportunas recomendaciones. les dice tres veces “no tengan miedo” a quienes los intenten perjudicar, que pregonen el Evangelio desde donde los puedan escuchar más personas, y no avergonzarse de ser sus discípulos.

Repite tres veces que no tengan miedo a lo que les pueda pasar, pues deben tener la seguridad de que están en las manos y en el corazón de Dios Padre. Son recomendaciones muy convenientes hoy también para nosotros.

Hay católicos vergonzantes, que ocultan lo más que pueden su creencia. Cuando están lejos de quienes les conocen, la practican sin rubor. Pero en su pueblo o ciudad, en su grupo o lugar de trabajo, quisieran que nadie se enterara de su catolicismo. Son frecuentes las persecuciones que podemos sufrir por predicar el Evangelio de la verdad, de la vida, de la justicia y de la paz.

Nos insultan cuando decimos, conforme a la revelación divina, que el aborto es un crimen, que la homosexualidad es una desviación de la naturaleza, que la propaganda del llamado “sexo seguro” es inmoral y peligrosa. Cuando hablamos de las injusticias que se cometen contra los pobres, cuando condenamos el racismo contra los indígenas y la discriminación de las mujeres, unos nos califican como no ortodoxos y nos reprochan que nos estamos metiendo en política.

Es insistente la palabra de Jesús: “No teman a los hombres... No tengan miedo a los que matan el cuerpo... No tengan miedo, porque ustedes valen mucho más...”. Esto debe alentarnos, para no dejarnos amedrentar por quienes desearían que ya no denunciemos la inmoralidad sexual, la corrupción generalizada, el narcotráfico asesino, el abuso del poder político, el egoísmo y el endurecimiento de corazón de quienes han acumulado poder económico, a base de cometer injusticias a los pobres. Ciertamente es más cómodo quedarse callado, porque así no se expone uno a peligros; pero con este silencio seríamos cómplices del pecado.

La advertencia de Jesús es muy seria: “A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos”.

Por tanto, si no somos capaces de vencer la vergüenza y de dar testimonio público de nuestra fe, nos exponemos a que Jesús no nos reconozca cuando nos presentemos ante su Padre, en nuestro juicio final. Esto sería lo más desastroso para nuestra suerte, porque significa ir a la eterna condenación.

Jesús ordena a sus apóstoles pregonar, desde las azoteas, lo que El les dice. Esto no se debe interpretar en sentido literal, sino en su contexto histórico. En su tiempo, no había micrófonos, ni radio o televisión. La mejor forma de hacerse oír por mucha gente, era hablándoles desde las azoteas.

La orden de Jesús hoy significa no tener miedo de acudir a la radio, la prensa, la televisión e internet, para pregonar desde allí la verdad del Evangelio. No podemos reducirnos a los espacios de los templos, sino utilizar las maravillas de la tecnología para que la Palabra de Dios llegue al mayor número de personas.

Yo agradezco de corazón a los dueños de medios informativos, que me conceden gratuitamente amplios espacios para difundir estas reflexiones dominicales. De modo especial, valoro mucho el buen corazón de los reporteros que, semanalmente, me permiten compartir la iluminación de la Palabra de Dios y de la Doctrina Social de la Iglesia, sobre asuntos y acontecimientos de nuestra entidad, nacional o mundial.

De esta forma, se convierten en colaboradores de la Verdad, para bien del pueblo. Felicito también la obra de nuestra prensa católica: El periódico “Mar Adentro”, las revistas “La Palabra” y “En Camino”, e igualmente nuestro Boletín de Prensa Semanal.

Hoy estamos convocando a todas las personas creyentes y de buena voluntad, que se quieran pronunciar en favor de la vida, a las seis de la tarde en el Asta Bandera para caminar hacia el zócalo, ante el peligro de la declaratoria de constitucionalidad a las leyes que legalizan el aborto en el Distrito Federal.

Por el contrario debemos exigir que se declare su inconstitucionalidad, de parte de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia. No hacerlo sería ser cómplices de los crímenes de quitar la vida a muchos seres humanos, en nombre de la ley.