II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Jn 1,35-42: Llamados a un encuentro vivo y personal

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio:   


En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. El se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí”? (Rabí significa ‘maestro’). El les dijo: “Vengan a ver”.

Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir ‘roca’) (Jn 1,35-42). ¡Palabra del Señor! ¡Gloria a ti, Señor Jesús!

Comentario

Una vez concluidas las fiestas de Navidad, la liturgia de la Iglesia nos invita a entrar en un tiempo llamado “Ordinario”, que nos lleve a un encuentro vivo y personal con el Salvador, que celebre el crecimiento normal de la vida cristiana, por medio de nuestra inserción en Cristo, como la rama que crece adherida al árbol. Se usan los ornamentos de color verde, para significar la vida en crecimiento.

Este tiempo tiene dos etapas: la primera, desde ahora hasta Cuaresma; la segunda, desde Pentecostés hasta el nuevo Adviento, en noviembre próximo. En los domingos de este año, se proclamarán los principales pasajes del Evangelio de San Marcos, con algunas excepciones, como sucede en este día. Hoy se nos presenta el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos, invitados por Juan el Bautista, los que a su vez se convierten en testigos y apóstoles.

San Juan, el Bautista, encamina a sus discípulos a Jesús, y no se posesiona de ellos. Lo que le importa es Jesús, no su propia persona. El Mesías es Jesús, no Juan. Nosotros, a veces, buscamos seguidores, admiradores, cuando lo que importa es que haya más y más discípulos y apóstoles de Jesús. El es quien importa, no nosotros, que ni somos dioses, ni somos eternos.

Para mí, como obispo, lo que me debe interesar es que muchos conozcan y sigan a Jesús, no que me admiren o me aplaudan. Igual debe ser para un sacerdote o una religiosa, un diácono o un catequista. Nosotros no somos los mesías, los redentores, sino sólo mediaciones para que las personas encuentren al Señor y en El encuentren la vida, la libertad, la paz, la esperanza, la gloria. A nosotros y a los Laicos comprometidos nos toca conocer y dar a conocer los caminos que nos conducen a Jesús, animar a seguirlos y ayudar a que nuestros hermanos logren un encuentro vivo y personal con El.

A partir de que Andrés y Juan convivieron con Jesús, su vida cambió por completo: se convirtieron en testigos apasionados y querían que otros se acercaran a El. Andrés, por ejemplo, contagió su entusiasmo a Pedro, y lo llevó a donde estaba Jesús. Así fue como promovió la vocación apostólica de su hermano. Es un ejemplo claro de lo que debemos hacer nosotros.

“En esta hora, en que renovamos la esperanza, queremos hacer nuestras las palabras de SS. Benedicto XVI al inicio de su Pontificado, haciendo eco de su predecesor, el Siervo de Dios, Juan Pablo II, y proclamarlas para toda América Latina: ¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo!…quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande.

¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera… ¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno. Sí, abran, abran de par en par las puertas a Cristo y encontrarán la verdadera vida”. (DA 15).

Del día 13 al 18 de esta semana, en la ciudad de México se realizará el VI Encuentro Mundial de las Familias, en el cual estaremos participando varias personas de nuestra Arquidiócesis de Acapulco y de otras muchas naciones, con temas muy interesantes y decisivos para la Familia: Las Relaciones y los Valores Familiares según la Biblia.

La Familia y el Valor de la Vida Humana. Organismos que ayudan a la Familia en la formación de los Valores. Familia y Sexualidad. Familia y Medios Masivos de Comunicación. Las Familias los Emigrantes y las Virtudes Sociales. El Reto de legislar a favor de la Vida y de la Familia.

La Vocación educadora de la Familia. Requisitos de la Familia que forma: Aspectos Psicológicos, Espirituales, Morales, Económicos. Familia y Solidaridad. La Familia Formadora en los Valores Humanos y Cristianos. Clausurará el VI Encuentro Mundial de las Familias, el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado y Delegado del Papa ante el Encuentro, con el tema: Familia, Justicia y Paz. Agradecimientos y Conclusión, el Sr. Cardenal Norberto Rivera Carrera.