IV Domingo de Cuaresma, Ciclo B

Jn 3, 14-21: Creer en Dios

Autor:  Mons. Felipe Aguirre Franco

 

 

Evangelio:    


En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Así como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él, no será condenado; pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.

La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios” (Jn 3, 14-21).


¡Palabra del Señor!
¡Gloria a ti, Señor Jesús!

 

Comentario

¡Qué misterio tan grande es el amor de Dios Padre! Nuestro mundo está lleno de maldad y de pecado, por lo que mereceríamos el castigo eterno. Sin embargo, Dios nos manda a su propio Hijo como Salvador. Lo único que se nos pide es acercarnos a El, que es la luz que el Padre nos envía, para no quedar encerrados en las tinieblas. Creer en Dios es adherirse a El, a su palabra y a su voluntad por ser El Quien Es, cumpliendo sus mandamientos.

Es actual lo que dice Jesús: “Habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. ¡Cómo crece el número de quienes afirman no tener religión! La antes cristiana Europa, ahora presenta un panorama religioso desolador, con una secularización galopante.

Quieren eliminar a Dios incluso de su historia, de sus leyes y costumbres, siendo que su identidad cultural está marcada por el cristianismo. La antes católica España, ahora transita por senderos de un laicismo fundamentalista, al equiparar el matrimonio a las uniones de homosexuales, al burlarse de la castidad y del pudor, al hacer mofa de los símbolos cristianos con pinturas, escenificaciones y películas.

No quieren la luz de Cristo, porque si la aceptaran, tendrían que avergonzarse de sus bajezas. No sólo no se arrepienten, sino que las presumen, como si fuera signo de modernidad. Recientemente un escritor español que ha recibido hace unos años el premio nóbel de Literatura, decía: “Es lamentable que aún exista gente que cree en Dios”.

Cada día hay más jóvenes que salen de sus comunidades, campesinas e indígenas, y vienen a las ciudades, con la intención de encontrar trabajo y de cursar estudios superiores, cosa que no encuentran en sus pueblos.

Pero, al dejar la protección de la familia y de su comunidad, se contagian de toda clase de vicios y pecados; regresan a su pueblo presumiendo de su modernidad, y queriendo que todos imiten su mal ejemplo. Los papás sufren mucho al ver tan cambiados negativamente a sus hijos, y no saben qué hacer. Cosa semejante acontece con los jóvenes que han ido a los Estados Unidos.

El mensaje central de este domingo es la proclamación del amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. En verdad, esto es lo más hermoso de nuestra fe.

El cristianismo no es una serie de normas y de prohibiciones, sino, ante todo, es la certeza de que Dios es tan bueno que, a pesar de merecer castigo por nuestras culpas, nos envía un Redentor, que es su propio Hijo, Dios como El. Esta es la afirmación más contundente, que es capaz de cambiar nuestras vidas. Es el anuncio liberador más sublime, que siempre deberíamos recordar y anunciar.

Cuando uno lo comprende, ¡qué importa lo que nos suceda! Incluso, aunque nos llegue la muerte, estamos seguros de tener vida eterna, no por nuestros méritos, sino por la infinita bondad del Señor.

Crecen los esfuerzos de renovación pastoral en las parroquias, favoreciendo un encuentro con Cristo vivo, mediante diversos métodos de nueva evangelización, transformándose en comunidad de comunidades evangelizadas y misioneras.

Se valora la presencia y el crecimiento de los movimientos eclesiales y nuevas comunidades que difunden su riqueza carismática, educativa y evangelizadora. Se ha tomado conciencia de la importancia de la Pastoral Familiar, de la Infancia y Juvenil. La Doctrina Social de la Iglesia constituye una invaluable riqueza, que ha animado el testimonio y la acción solidaria de los laicos y laicas, quienes se interesan cada vez más por su formación teológica, como verdaderos misioneros de la caridad.

Amemos a Cristo, como discípulos suyos. Que nuestro mayor interés sea darlo a conocer, para que las personas cambien, y el mundo sea diferente, pues “Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo sino para que el mundo se salvara por él”. Ayudemos a cambiar nuestro mundo, por medio del anuncio explícito de Cristo, pues “el que cree en él, no será condenado; pero el que no cree, ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios”.

N.B.- Se cumplen hoy 51 Años de mi Ordenación Sacerdotal. Gracias por una oración de Acción de Gracias.