XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mateo 14, 13-21

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Impulsos Evangélicos

1.    La salvación no llega por la vía de la resignación, sino de la liberación. Dios tiene sus preferencias por los pobres porque son pobres. En ellos,<< su imagen>> ( la imagen de Dios es el hombre) no está reconocida. Por ello <<conocer>> a Dios significa hacer la justicia entre los hombres.

2.    El cristianismo no es una diversión ni una  aventura cinematográfica. Ciertas prácticas cristianas para que se mejoren exigen un reflexión personal. Sin esta reflexión no se puede llegar a un cristianismo adulto.

3.    La salvación que Cristo nos trae no se realiza en la<<nubes>> o únicamente en la dimensión espiritual del hombre. Los creyentes, continuadores de la misión de Cristo, tenemos que hacer posible que un justo reparto de los bienes de la tierra sea un signo permanente del <<banquete mesiánico>>

4.    Los cristianos, empujados por la fuerza y la belleza del pensar de ciertos filósofos como Platón, hemos venido enfocando nuestra mortalidad como una  inmortalidad parcial, del alma tan sólo.<< El cuerpo muere; al alma no se la entierra>>,le hace decir a Sócrates, Platón en uno de sus bellos diálogos.

5.    Nuestra inmortalidad se cifra en la vuelta a la vida, por la resurrección, de todo nuestro ser; y, hasta que ésta no se dé, como en  Cristo, no tenemos, de nuestra cosecha, inmortalidad alguna. La Biblia lo dice claramente:<<Sólo Dios es inmortal>>.

6.    Nuestra futura inmortalidad no se cifra sólo en el alma. NO hay alma separada del cuerpo. Cuerpo y alma son lo exterior e interior de ua misma cosa , el hombre. Y el inmortal será el hombre; más que por lo que tiene de hombre, por lo que tiene de miembro de Cristo, lo que  le valdrá una resurrección similar a la suya.

7.    Esta es la auténtica razón de nuestra esperanza cristiana: Resucitaremos con Cristo como miembros suyos.

8.    La <<multiplicación de los panes>> significa que cuando vayas a su encuentro en la Eucaristía, se te exige un vivo despertar de la fe.

9.    El creyente está preso entre dos realidades. La de la vida: el trabajo, las distracciones, las preocupaciones, el amor y las fatigas. Y la realidad de Dios. No son dos realidades yuxtapuestas o que se oponen entre sí, como a veces se siente la tentación de imaginarse.

10. Sin Dios, la realidad de la vida es pobre, cerrada y pesada. Empapada por la realidad de Dios, es nuestra propia vida la que explota sin límites, danzante, transfigurada. La realidad de Dios tiene necesidad de ser suscitada constantemente por nuestra fe. Sólo ella puede decirnos hasta qué unto Dios es más real que todo. Y cuando ella nos dices esto, es cuando sentimos en nosotros esa hambre inmensa.