Pistas para la Lectio Divina...  
Marcos 1, 40-45: Un instante para la vida. “Al instante le desapareció la lepra”

Autor: Padre Fidel Oñoro CJM

Fuente: Centro Bíblico Pastoral para la America Latina (CEBIPAL) del CELAM

 

 

Entre todos los que se acercaron a Jesús se aparece un leproso… Ya esta introducción obligaría a cualquier israelita fiel a retroceder y a alejarse de esa persona. Esta es la escena que nos presenta el evangelio de hoy. Un leproso era siempre una persona excluida de la sociedad. Una persona ante la cual, la prudencia sugería no acercarse por miedo a quedar impuros, pues según las tradiciones judías, su lepra era la lógica consecuencia de un pecado. Acercarse a él y más aún tocarlo, era hacerse partícipe de su mismo pecado. Por esto es mejor estar a cierta distancia. Era por esto que el mismo leproso, con una campanilla iba avisando “impuro, impuro”. Y todos los que iban por el mismo camino se alejaban para no contaminarse.

 

En esta ocasión las cosas fueron muy distintas. El leproso aparece y se acerca a Jesús quien no reacciona alejándose sino lo acoge y escucha. Seguramente al leproso le habían llegado los comentarios de la fama de Jesús que se había extendido por todas partes y algo de fe ya empezaba a nacer en su corazón. Se acercó, se arrodillo, reconociendo  profundamente su realidad de hombre impuro y pronunció la frase, la única frase que nos dejó y que es una maravillosa síntesis de fe, confianza y abandono en las manos de Jesús: “Si quieres puedes limpiarme”(40).

 

Es una frase de una delicadeza extraordinaria, casi como temiendo pronunciarla. Analicemos las dos partes de esta frase: “Si quieres…” es como decir: ‘tú eres el que decides, yo simplemente propongo’. Es un “si quieres” que para nada disminuye el poder sanador de Jesús, nos lo aseguran las palabras que siguen: “puedes limpiarme”.  El leproso se abandona totalmente en las manos de Jesús. No con un imperativo categórico: ‘Señor, límpiame’,  sino con un condicional que se abre a la esperanza y a la confianza: “si quieres”.

 

La reacción de Jesús no se hace esperar. Algunas tradiciones describen la actitud y el sentimiento de Jesús con la palabra “encolerizado” y se interpreta como un Jesús profundamente entristecido y dolido con el mal. Otras traducciones prefieren la palabra “compadecido” expresión que de pronto se acerca más al sentir de Jesús.

 

La respuesta de Jesús retoma las dos partes de las palabras del leproso: (1) “Quiero”; (2) “Queda limpio”. Para Jesús, la frase del leproso ha sido suficiente para medir su fe y su confianza y no le pregunta si cree. No podemos dejar pasar desapercibido un gesto insólito de Jesús hacia el leproso: “Lo toco”. Esto no se podía hacer y mucho menos con un leproso pues automáticamente la persona que lo hacía quedaba impura. Aquí sucedió lo contrario, Jesús no quedó impuro fue el leproso el que quedo puro.

 

Dos veces Marcos usa la expresión: “Al instante”: (1) Al instante le desapareció la lepra; (2) Lo despidió al instante.  Una vez curado ya no había nada más que hacer sino regresar lo más pronto a la vida normal.

 

Antes de despedirlo Jesús le hace dos recomendaciones:

1. Que no divulgue lo sucedido, cosa que no se cumple. Por el contrario, una vez curado “se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia”. La noticia que no llevaba sólo en sus labios y en sus palabras sino sobre todo en su misma persona curada.

2. Que se presente a los sacerdotes como prescribía la ley. La nueva inserción en la vida normal debía ser según la ley.

 

El texto nos da una bella lección de lo que significa abandono total a la voluntad, al querer de Dios.

 

 

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.

1. ¿Cómo era considerada la lepra entre los antiguos?

2. ¿Cuando me encuentro en alguna dificultad, mi reacción espontánea es pedirle a Dios que me la quite o que se haga lo que Él quiera?

3. ¿Cuándo tenemos alguna situación difícil como familia y le pedimos a Dios que nos ayude? ¿Qué pasa entre nosotros y en nuestra casa si las cosas no suceden como queríamos y esperábamos?