Solemnidad de Santa Maria, Madre de Dios , Ciclo A

Lucas 2:16-21

Autor: Padre Francesc Jordana Soler

 

 

Continuamos dentro de la octava de la Natividad del Señor, durante ocho días estamos reviviendo (volviendo a vivir) en la liturgia el gran acontecimiento del nacimiento de Jesús. Por lo tanto, en la liturgia de hoy nuestra mirada sigue fija en el gran misterio de la encarnación del Hijo de Dios, a la vez que contemplamos la maternidad de la Virgen Maria.

 

Hoy en el Evangelio los pastores aparecen como los protagonistas. Pienso que vale la pena parase a contemplar la escena.

 

Los pastores en aquel tiempo eran personas un poco marginales (vivían al margen del pueblo), tenían mala fama, eran personas endurecidas. Sorprende que los primeros en enterarse del nacimiento de Jesús y en adorarle sean unos personajes tan peculiares.

 

Nos podemos preguntar ¿Por qué unos pastores y no unos niños, o unos matrimonios jóvenes?, Yo creo que es para que nadie piense que no es digno de acercarse a Jesús y adorarle. Si los primeros en adorar hubiesen sido unos inocentes niños, quizá no nos sentiríamos dignos de hacer lo mismo. Pero fueron unos rudos pastores, y ello nos anima a acercarnos y adorarle también nosotros. Porque Jesús es salvador para todos, nos acoge a todos, por mucho mal que hayamos cometido en nuestra. Jesús viene a salvarnos a todos. La salvación siempre es posible … cuando nos reconocemos pequeños.

 

Los pastores reciben el anuncio y se ponen en marcha, salen de su comodidad, de su instalación, y en medio de la noche se ponen en camino, hacen camino, caminan. Ser cristiano no se improvisa, nos va a exigir salir de comodidades, seguridades, ponerse en camino y caminar. Y no una vez o dos, sino que es el dinamismo propio de la vida cristiana. Debemos acoger los “anuncios” que Dios nos manda, dejar comodidades y  caminar.

 

En su caminar los pastores son guiados por la estrella. ¿Qué guía nuestros pasos? Los nuestros deberían ser guiados por la Palabra de Dios y por la Madre Iglesia. ¿Somos humildes? ¿Nos dejamos guiar? ¿Seguimos el camino que nos marca la Iglesia, a través del Magisterio y los sacerdotes o nos pensamos que nosotros sabemos más?

 

El ángel a los pastores les dice “os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo..”  y los Reyes de Oriente al ver la estrella encima del establo “se llenaron de una inmensa alegría”. ¿Cual debe ser nuestra motivación en este caminar? La alegría. Si deseamos ser cristianos es porque creemos que ahí está la verdadera felicidad, la verdadera alegría.

 

Debemos darnos cuenta de que andamos hacia la alegría, sino el camino se hace imposible. Contemplemos esto: camínanos hacia la alegría, El es nuestro salvador, ¿cómo no caminar hacia El con alegría?

 

Otro aspecto esencial en este caminar hacia Jesús es la esperanza. Cuando empiezan los pastores a caminar es porque tienen la confianza de que llegaran a ver lo que el ángel les ha dicho. Nosotros hemos de fortalecer nuestra esperanza de que en este caminar se nos da la Vida, Jesús nos lo promete en el evangelio. Sólo aquello que esperemos con intensidad se nos dará.

 

Los pastores al llegar hacen sus ofrendas, desde su pobreza, desde su no tener, dan lo que pueden. ¿Y nosotros que le ofrecemos al Él? ¿Qué le ofrecemos al Hijo de Dios, que se hace hombre para darnos la Vida?. Quizá un par de minutos antes de ir a la cama, o 45 algunos domingos ... Meditar lo que le estoy dando ...

 

Y toda esta escena ocurría bajo la atenta mirada de Maria, Madre de Dios. El evangelista Lucas la describe como la Virgen silenciosa, en constante escucha de la Palabra de Dios. María conserva en su corazón las palabras que vienen de Dios y, uniéndolas como en un mosaico, aprende a comprenderlas. Esta expresión es de Benedicto XVI, es muy poética y clarificadora: María en su silencio va recibiendo la palabra de Dios como piezas de un mosaico, y poco a poco ese mosaico irá cogiendo forma y sentido.

 

Que María sea llena de gracia no significa que lo supiese todo. Como persona humana que era requirió de una actitud contemplativa hacia el misterio para irlo entendiendo. Por ello, de la mano de Maria entramos en la escuela del silencio y la escucha de la Palabra y nos introducimos en este misterio. De modo que poco a poco vayamos siendo cada vez más discípulos atentos y dóciles a la Palabra.

 

Hoy primer día del año la liturgia renueva, a través de la primera lectura, la bendición de Dios Padre repitiendo las palabras de Moisés. Con ello la Iglesia uniéndose a la mano providente de nuestro Padre inagura este año con una bendición especial dirigida a todos: ¡Que el Señor te bendiga y te proteja!.