IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mateo 7,21-27

Autor: Padre Francesc Jordana Soler

 

 

Un domingo más Jesús nos invita a escuchar su Palabra para que su Palabra ilumine nuestra vida, nuestras actitudes, nuestros modos de ser y de pensar. Si no queremos que su Palabra ilumine nuestra vida estamos perdiendo el tiempo viniendo a misa. Hemos de desear ser iluminados, ser tocados, ser transformados por su Palabra. Su Palabra nos da vida.

 

¡Qué claro que habla Jesús!: “No todo el que dice “Señor”, “Señor”, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que esta en el cielo”. Esa es nuestra misión en la vida: cumplir la voluntad del Padre. Esta misión debería impregnar nuestros deseos más íntimos: que todo lo que hagamos sea para cumplir la voluntad del Padre. Y todo es todo.

 

Hemos de confrontarnos con la Palabra, ponernos cara a cara con la Palabra y ver si estamos cumpliendo lo que el Padre nos dice a través de Jesús en el evangelio.

 

Por ejemplo: Jesús dice “amad a vuestros enemigos”. Por lo tanto la voluntad del Padre es que yo ame a los enemigos:

¿amo yo a los enemigos, a los que no me quieren, a los que me critican, a los que hablan mal de mi? ¿Les amo? No, pues entonces no cumplo la voluntad del Padre.

 

Jesús dice: “Anda vende lo que tienes y dalo a los pobres”. Por tanto, la voluntad del Padre es que vendamos nuestras posesiones y se lo demos a los pobres. ¿Lo estamos haciendo? ¿Estamos en un proceso de desprendernos de cosas? ¿o estamos aferrados –aferradísimos- a lo que tenemos, aferrados incluso a lo superfluo?...

 

 La semana pasada ponía un ejemplo: decía que si las mujeres que venían a misa dieran sus pendientes podríamos comprar una casa de acogida para personas necesitadas de ella. Hay personas que me han dado pendientes, colgantes, joyas, etc, pero la mayoría lo veis como una rareza mía. Y lo veis así porque no estáis deseando ser transformados por la Palabra.

 

Jesús no pide los pendientes, Jesús lo pide todo. Estar aferrado es profundamente antievangélico. Empecé hablando de los pendientes, pero sigue desprenderse de los vestidos (armarios llenos de

 

 

 

 vestidos: ¿para qué?), luego los objetos decorativos de valor, luego el cambio de coche (a uno más sencillo), luego la venta de la segunda residencia, y luego sigue …

 

Y esto hecho al ritmo que Dios te va pidiendo te da una felicidad inmensa. Entonces empiezas a volar, y ya no hay quien te pare, porque no tienes el lastre de las cosas. Por eso Jesús hace tantas advertencias sobre las riquezas. Y a nosotros por aquí nos entra y por aquí nos sale. Y así vamos …

 

La gente mediocre ya están buscando autojustificaciones para seguir igual. Excusas, excusas y más excusas. Allá ellos.

 

 Y todo esto no es utópico yo conozco laicos, gente que están en el mundo como vosotros que esta frase de Jesús la viven.

 

Y si Jesús nos lo plantea es porque nos quiere dar las gracias para vivirla, esta y todo lo demás. Lo que ocurre es que ni lo deseamos ni lo esperamos, y entonces la acción de Dios en nosotros queda paralizada.

 

Y, evidentemente, hay más frases de Jesús con las que nos debemos confrontar para ver si cumplimos o no cumplimos la voluntad del Padre. Jesús nos habla del perdón, de ser servidores, de buscar el último puesto, de ser esclavos, de amar a los pobres porque él está en ellos, de amarle más que al padre, la madre, hijos e hijas, hermanos y hermanas, etc, etc.

 

Que todo esto parece muy difícil. Claro que sí. ¡No es que sea difícil es que es imposible!. Por nuestras propias fuerzas imposible: …., …., ….. Pero para Dios nada es imposible.

 

Si nosotros nos fundamentamos en Cristo, si nosotros edificamos nuestra casa sobre Cristo, todo eso debe ir saliendo. Es más, cuando leemos la Palabra no debe surgir en nosotros el sentimiento de ¡uy! ¡Qué difícil es esto!, sino ¡qué bien mira la gracias que me quiere conceder mi Padre!. Que ganas tengo de que me las conceda y lo pueda ir viviendo ya más plenamente.

 

En mis homilías me gusta hablar del fundamento de nuestra vida cristiana: Jesucristo. Pero a veces también hace falta bajar a lo concreto, porque nuestra verdadera fundamentación en Cristo se debe visibilizar en lo concreto de cada día. Porque sino podemos acabar viviendo la vida como ateos que van a misa los domingos.

 

Que esta eucaristía nos ayude a esperar vivir todo lo que Jesús nos propone en el evangelio …