XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Mateo 16, 21-27

Autor: Padre Francesc Jordana Soler

 

 

Para entender correctamente el evangelio de hoy debemos situarlo en su contexto. Este evangelio es continuación del de la semana pasada, en el que Jesús preguntaba a sus discípulos: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy?”. Y Pedro respondía: “Tu eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. La declaración de Pedro, el anuncio de la pasión y la llamada al seguimiento forman una unidad, se entienden uno a partir de los otros.

 

En este evangelio, las radicales palabras de Jesús a seguirle resultarían incompresibles sino tuviéramos en cuenta que Él es el Hijo de Dios. Sólo Dios puede pedirnos un seguimiento como el que hoy nos solicita Jesús. Este sería uno más de los muchos signos de credibilidad en la divinidad de Jesús.

 

Tres ideas de este evangelio:

La primera es la cruz: Jesús anuncia su pasión y dice que el que quiera seguirle que cargue con su cruz y le siga. La cruz nos da miedo. Y ello es un signo de que estamos poco avanzados en la vida espiritual. Debemos pedir a Dios la gracia de no tener miedo a la cruz, de saber vivirla.

A medida que se crece en santidad, crece también el deseo de sufrir por amor, que es lo que hace Jesús en la cruz.

 

El santo Cura de Ars decía: “Oh Dios mío, concédeme la conversión de mi parroquia: acepto sufrir todo lo que queráis, toda mi vida”. No teme la cruz.

 

 Nosotros somos seguidores de Jesucristo, nuestras biografías son complementarias de la de Jesucristo por lo tanto también nosotros viviremos distintas cruces, unas porque nos vienen y cuando estemos más avanzados en santidad pediremos nosotros mismos las cruces.

 

A veces hay personas que me dicen: “Lo importante es tener salud”. Y yo les digo: “¡Mentira!. Lo importante es tener fe, podemos tener salud y ser muy infelices. En cambio imposible tener mucha fe y ser infelices”. Esto lo muestra claramente que en España muere más gente por suicidios que por accidentes de coche en la carretera. Gente con mucha salud que se suicidan …

 

No tengamos miedo a la cruz, que se manifiesta en la enfermedad, en las dificultades económicas, en la traición de los amigos, etc. Por que la cruz bien vivida es instrumento de salvación y nunca se nos dará una cruz que no podamos vivir.

 

 

La segunda idea hace referencia a la frase de Jesús: “Tu piensas como los hombres, no como Dios” (no penses com Déu, sino com els homes). Esta frase nos debería llevar a mirar toda nuestra vida con los ojos de Dios. Es muy fácil caer en la rutina de verlo todo desde nosotros, por eso de vez en cuando debemos subir al piso de arriba y ver nuestra vida como la ve Dios. Y revisarlo todo: nuestras relaciones humanas, como tratamos a los pobres, nuestra evangelización, cómo vivimos el perdón. Algunos ejemplos.

 

.    Tenemos patrimonio, mucho dinero, pues debemos administrarlo con la caridad que nos pide el evangelio: dar incluso de lo que necesitamos (viuda del evangelio). No con el egoísmo que nos inculca el mundo: todo para mi, que yo este bien y lo que quede para mis hijos. Esto no es evangélico.

.    Hay un enfermo grave en casa y no se avisa al sacerdote para no asustar al enfermo. Criterio muy pagano y muy poco evangélico. Pongamos en la balanza: susto/vida espiritual, ¿qué pesa más?.

.    Un feligrés de domingo enferma o está impedido de venir durante meses y no avisa al sacerdote para recibir la comunión y la confesión por no molestar. Criterio humano. Los sacerdotes estamos para dar la vida por vosotros, visitaros nunca es una molestia.

Mirar nuestra vida desde Dios. Muchas veces. Pedir a Él la luz de gobernar nuestra vida con sus criterios, de lo contrario pensamos como los hombres y no como Dios.        

 

Esto liga perfectamente con la expresión de Jesús de “negarse a sí mismo”. Negarnos es muy importante. Los santos hablan poco de mística y mucho de negación de uno mismo. Debemos negar nuestra idea de nosotros mismos, nuestros proyectos, ideas, para revestirnos de sus ideas, sus proyectos, su plan para nosotros.

 

La tercera idea surge de las palabras de Jesús: “Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará”. Nuestra vida no está hecha para ser guardada, sino para ser entregada. Me guardo la vida cuando me busco a mi mismo, mi comodidad, mi bienestar, mis caprichos, mis diversiones, mis series de televisión, y entrego mi vida cuando busco el bien de los demás.

 

Para acabar una breve idea: Jesús nos ha dicho “El que quiera venirse conmigo… ”. Por lo tanto es una oferta: “El que quiera …” JC respeta nuestra libertad. Somos libres de seguirle o de no seguirle. Somos libres de seguirle como a nosotros nos parece, que en el fondo es no seguirle, o de seguirle como él desea ser seguido, lo cual hoy nos expone con mucha claridad.

Es con nuestras decisiones concretas que desarrollamos un seguimiento u otro. ¿Cómo vivimos la cruz? ¿Pensamos cómo Dios o cómo los hombres? ¿Me busco a mi, o me vacío buscando el bien de los demás?

 

¡Qué el Señor nos ilumine a todos …!