Conmemoración de Todos los fieles difuntos
Juan 11, 17-27

Autor: Padre Francesc Jordana Soler

 

 

La Solemnidad de todos los santos (que celebrábamos ayer) y la conmemoración de los fieles difuntos (que celebramos hoy) tienen algo en común y, por este motivo, la liturgia las sitúa una tras otra para que se iluminen mutuamente. Ambas celebraciones nos hablan del más allá, ambas celebraciones nos sitúan en la vida después de la muerte.

 

Si no creyéramos en una vida después de la muerte, estas dos celebraciones no tendrían razón de ser, es más toda la vida cristiana carecería de fundamento. Porque nuestra fe se fundamenta en la resurrección de Cristo. Ya decía san Pablo: “Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe”.

 

En la solemnidad de Todos los Santos la Iglesia celebra en una misma fiesta los méritos de todos los santos.

 

En la conmemoración de todos los fieles difuntos la Iglesia ofrece una misa por todos aquellos difuntos que están en el purgatorio. Al final hablaré del purgatorio.

 

El sentido de ofrecer una misa por un difunto es totalmente espiritual. Sabemos que los difuntos pasarán cierto tiempo en el purgatorio, a no ser que hayan muerto plenamente santificados, para purificarse y poder ver a Dios, y ese tiempo puede verse acortado por nuestras oraciones, limosnas y actos de caridad hechos a favor de ellos.

 

Pablo VI señalaba como la obra de caridad más excelsa, la intercesión por las almas de las personas que están en el purgatorio. Y dice el CIC en el punto 1.032): “Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido la eucaristía en su favor, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatifica de Dios”.

 

Y en el punto 1.371 se dice: “La eucaristía la ofrecemos por los fieles difuntos que han muerto y que todavía no están plenamente purificados; para que puedan entrar en la luz y paz de Cristo”.

 

Decía Santa Mónica antes de su muerte a su hijo: “Enterrad este cuerpo en cualquier lugar; no os preocupe más su cuidado; solamente os ruego que, dondequiera que os hallareis, os acordéis de mí ante el altar del Señor”. 

 

Todo esto se da por la comunión de los santos que Pablo VI explicaba así: “Existe entre los fieles – tanto entre quienes son ya bienaventurados, como entre los que están en el Purgatorio o los que peregrinan en la tierra- un constante vínculo de amor y un abundante intercambio de todos los bienes”. Esto significa que nosotros podemos hacer cosas buenas como una oración, un acto de caridad, o participar de la eucaristía y que el valor de ese acto lo podemos aplicar a favor de un difunto.

 

A veces los sacerdotes cometemos el error en los funerales o en las misas de difuntos de decir: “Pidamos por nuestro hermano N nos ha dejado y ya está en la casa del Padre”. Es una expresión incoherente. Porque si nuestro hermano ya está en la casa del Padre no necesita que pidamos por él, ya es santo, ya está en el cielo, para nada necesita nuestras oraciones. Y una afirmación como esa es imprudente porque sólo alguien que muera plenamente santo irá al cielo sin pasar por el purgatorio.

 

Y acabamos hablando del purgatorio. Al morir a no ser que muramos totalmente santificados deberemos pasar por el purgatorio: todo pecado aunque estemos arrepentidos de él deja en el alma una huella, un desequilibrio interior, un apego a las cosas de este mundo, y todo ello debe ser purificado. Y esto es el purgatorio, la oportunidad de reconvertir toda nuestra persona antes del encuentro con Dios.

 

No se entiende el purgatorio como un infierno en pequeño o como un castigo de Dios, sino que es la necesidad misma de purificación de aquellas heridas que el pecado deja en nosotros.

 

El purgatorio es fruto del amor de Dios. A través de él Dios nos está diciendo: “quiero que tu me puedas ofrecer lo mejor de ti mismo”. El tiempo del purgatorio es el tiempo para que yo me pueda hacer don, el tiempo para que yo me pueda hacer regalo para Dios. 

Imaginaos un niño que va a una fiesta y de camino se ensucia y vuelve para que su madre lo limpie. El niño quiere estar a la altura de la fiesta, desea ser limpiado y ofrecer en la fiesta lo mejor de él. Lo mismo nosotros.

Que esta conmemoración de todos los difuntos nos anime a todos a tener más presentes en vuestra vida a los difuntos que están en el purgatorio.