Solemnidad. Santiago, Apóstol, Patrón de España
San Mateo 20, 20- 28Autor: Padre Guillermo Juan Morado
La solemnidad de
Santiago Apóstol pone ante nuestra consideración la importancia de ser testigos
de
Nuestra noticia de
Santiago el Mayor es
uno de los dos apóstoles que lleva ese nombre – el otro es Santiago el de Alfeo,
del que hablan menos los evangelios - . Era hermano de Juan e hijo del Zebedeo.
Junto a Pedro y a Juan, perteneció al pequeño círculo de los discípulos que
participaron en momentos claves de la vida de Jesús. Vio
Santiago supo, por propia experiencia, cuál era la gloria del Señor, reflejada en el esplendor divino de su rostro, y supo también de su sufrimiento y de su humillación. La humillación de una obediencia que llevó a la muerte; a la muerte de Cruz.
La fuerza de
Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo, dio a Santiago – y a los otros
apóstoles – el coraje necesario para no echarse atrás cuando las cosas se ponían
difíciles. Al inicio de los años 40 del siglo I, el rey Herodes Agripa “hizo
morir por la espada a Santiago”. A lo largo de la historia de
El testimonio no puede brotar de una adhesión superficial a Cristo. Sus raíces son muy profundas. Supone una identificación personal con el Señor, hasta el punto de llevar en el cuerpo la muerte de Jesús. San Pablo explica esta lógica de la identificación con Cristo afirmando que ya no es él quien vive, es Cristo quien vive en él. Por la fe avanzamos en este proceso de identificación personal con el Señor. Una fe que exige ser comunicada, sin separar el “creer” del “hablar”.
Asimilar en la propia vida la vida del Señor supone optar por la grandeza del servicio y por la primacía, frente al egoísmo, de la entrega a los demás. Santiago nos estimula a responder con prontitud a la llamada del Señor; a seguirle con entusiasmo; a estar disponibles para dar testimonio de Él con valentía.
La imagen del camino, de la peregrinación, tan vinculada a la memoria del Apóstol, nos debe hacer meditar en el camino interior, en la peregrinación en que consiste la vida cristiana.
¡Qué bajo la guía y patrocinio del Apóstol Santiago podamos nosotros recorrer el buen camino, que nos conduce a la meta, a Jesús!