La Llena de Gracia

Solemnidad de la Inmaculada

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“El ángel saludó a María: Alégrate llena de gracia. El Señor está contigo. No temas porque has hallado gracia delante de Dios”. San Lucas, cap.1.

¿Quién a los dieciocho años no ha soñado con una mujer ideal? ¿Aquella que será luego la amiga, la novia, la esposa, la madre de sus hijos? ¿Qué mujer no ha luchado por acercarse, en alguna forma, a ese ideal? Un ideal que cambia con la época, pero que mantiene unos valores inmutables. Mujer que es complemento, intuición, ternura, compañía, calor de hogar.

En la historia de nuestra fe, aparece la madre de Jesús. Los evangelistas la mencionan discretamente y siempre en estrecha relación con su hijo. Luego la Iglesia nos la presenta como la mujer ideal, la llena de gracia.

A mediados del siglo pasado el Papa Pío IX ratificó la tradición de muchos siglos, declarando solemnemente que María fue concebida sin pecado original.

Llena de gracia la saluda el ángel en Nazaret. La devoción popular la llama: Inmaculada, la Pura y Limpia, Nuestra Señora de la luz.

Lo primero que en Ella aparece es la capacidad de acogida. Acoge al Ángel, con él el mensaje y el deseo de Dios.

Ella va donde la necesitan. Está disponible. Acude a acompañar a su prima Isabel.

Sabe desaparecer oportunamente. Nunca le hace sombra a su Hijo. Adivina e intuye las necesidades ajenas, como en las bodas de Caná. Y le sugiere a su hijo el remediarlas.

Pregunta, no reprocha: “¿No sabías que tu Padre y yo te buscábamos?”.

Acompaña: Belén, Egipto, las rutas de Palestina, el Camino del Calvario, la Cruz, la Iglesia naciente.

No podemos sacar a Nuestra Señora de la situación real que vivió en Palestina: una familia pobre, un pueblo humilde, unos vecinos que ni saben ni entienden, unas circunstancias adversas. Un rudo contraste entre un ideal divino y unos recursos humanos.

Estas circunstancias la acercan a nosotros. La hacen participante de nuestra vida: Mujer, acogida, compañía, presencia, intercesión, en una palabra: Madre!

Apelando a lo más personal, a lo más íntimo, dejemos de lado las frases hechas, los moldes gastados y encontrémosla disponible, siempre en el centro de nuestra vida.