Domingo XXII del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Glamour según el Evangelio

Autor: Padre Gustavo Vélez Vásquez (Calixto)

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“Dijo Jesús: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan invitado a otro de mayor categoría que tú y luego te digan: Cédele el puesto a éste”. San Lucas, cap. 14.


Un periodista entrevistó a un grupo de fieles que salían del templo. El evangelio del día hablaba de aquellos invitados a un banquete, que buscaban los primeros puestos.

¿Qué dijo el Padre?, era la única pregunta. La mayoría de los encuestados respondió: El Padre habló de la humildad. Por lo menos habían captado una idea. Pero ocurre que hoy la humildad enseñada por Jesús es susceptible de múltiples enfoques.

Frente al desprecio de sí mismo, tan esencial en ciertas ascéticas anteriores, surgen hoy con todo derecho la autoestima, el reconocimiento de las propias cualidades. Y los variados liderazgos, que apremian el ritmo de la historia.

Nos cuenta san Lucas que Jesús, “notando que unos convidados escogían los primeros puestos en el banquete”, presentó una táctica de relaciones humanas. Y ¿por qué no? un ejercicio de glamour según el Evangelio.

Manuel Antonio Carreño, músico, pedagogo y diplomático nacido en Caracas en 1812, nos dejó un precioso librito: “Manual de Urbanidad y buenas maneras”, que educó a muchas generaciones en el arte de convivir.

El texto indica dos motivaciones principales que han de cimentar nuestra conducta: Respeto a los demás en toda circunstancia y además un ingrediente estético, que califica nuestra forma de vestir, de compartir en la mesa, en los juegos, en las relaciones sociales. Pero en la enseñanza de Jesús descubrimos algo más hondo: Yo trato bien a mis prójimos porque son hijos de Dios y a la vez, mis hermanos. Me relaciono con ellos con distinción y cortesía.

“Cuando te conviden a una boda, dice el Señor, no te sientes en el puesto principal. No sea que hayan convidado a otro de más categoría”. Y el Maestro señala dos crueles consecuencias de aquel comportamiento: El que te convidó te pedirá enseguida que le cedas el puesto a otro invitado. Y esto te afrentará ante los circunstantes.


Según la tradición, aquellos primeros sitios en los banquetes eran objeto de frecuentes conflictos, sobre todo entre escribas, fariseos y saduceos. ¿Quién de ellos era más importante? ¿Quién más cercano a la majestad de Yahvé?

Y Jesús señala otra actitud, que traerá a su vez positivos resultados: “Ve a sentarte en el último puesto. Entonces el que te convidó te dirá: Amigo, sube más arriba y quedarás muy bien ante todos los comensales”.

En nuestro lenguaje ordinario llamamos tontería, vanagloria petulancia, impertinencia a esa manía, de quienes pretenden a toda hora aparecer. Tal proceder, en sicología simple y llana, revela siempre un vacío interior, un grave descontento con lo que uno es. Lo cual se busca compensar con tales actitudes, que molestan a los demás y de ningún modo nos engrandecen.

Jesús termina su lección repitiendo: “Todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Si san Pablo llamó comedia la historia que se sucede a nuestro alrededor, nosotros sin desear herir a nadie, podemos afirmar: En este efímero circo del cual formamos parte, todo el que intenta subir cae por tierra. Solamente se eleva quien se preocupa de bajar. Extrañas reglas las del Evangelio.