VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Autor: Padre Hernán Quijano Guesalaga
Mc 1, 40-45
- Jesús y los leprosos se parecen en que, por distintas razones, ambos se ven obligados a vivir fuera de los poblados.
- Evangelio de Marcos: un leproso se acercó.
- No podían acercarse según la ley (1° lectura). Lepra: toda enfermedad de la piel, no sólo la enfermedad de Hansen.
- De rodillas
- Si quieres, purifícame
- Jesús se conmovió. La compasión de Dios.
- Lo tocó: nadie toca a un leproso. Bastaba curarlo de palabra.
- Quiero
- Lo curó al instante. Sanando milagrosamente mostraba los signos de que era el Mesías. Cuando envió al que era leproso para que vea al sacerdote, también enviaba a la religiosidad oficial de Israel el mensaje de que había llegado el Mesías.
- Dos cosas le pide: secreto; presentarse ante el sacerdote.
- La lepra excluye de la comunidad; la purificación reinserta. Paralelo con el pecado y la dimensión comunitaria del pecado. La Eucaristía incluye, hace comunidad. Para recibir la Comunión hace falta estar limpio de pecado.
- Las nuevas lepras del mundo de hoy: excluidos y marginados. Los enfermos de sida. Los pobres que no tienen acceso a los adelantos tecnológicos. Los católicos, nuevos excluidos de la cultura contemporánea, la Iglesia forzada a vivir fuera de la cultura en muchas partes.
- La lepra como símbolo de todo pecado; la purificación inicia como proceso en el corazón pero termina ante el sacerdote (sacramento). Jesús también nos manda presentarnos ante el sacerdote. Sacramento de la compasión.
- El secreto mesiánico: para que no lo busquen sólo como sanador. Vino a curar de la lepra del pecado. En las misas de sanación algunos buscan a tal sacerdote porque cura pero no van a Jesús.
- Corintios (2° lectura): No escandalizar (dimensión contagiosa del pecado, como la lepra).
- La vida cristiana opuesta al ritualismo farisaico que se fija sólo en la purificación externa.
- En la Eucaristía y la Comunión nos acercamos a Jesús, él se acerca a nosotros (se hace alimento), experimentamos la compasión de Jesús, él nos toca, nos purifica, nos devuelve la comunión perdida. La Eucaristía hace comunidad, hace la Iglesia.