V Domingo de Pascua, Ciclo B

San Juan 15, 1-8: La poda de la viña

Autor: Padre Hernán Quijano Guesalaga

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Hechos de los Apóstoles 9, 26-31; Primera carta del apóstol san Juan 3, 18-24; Evangelio según san Juan 15, 1-8 

LA PODA DE LA VIÑA 

Todo el secreto de la salvación y de la felicidad está en la relación con Cristo muerto y resucitado. Unirse a él e imitarlo. 

Es la enseñanza de la primera lectura (hechos de los apóstoles), la garantía de autenticidad de la misión de Pablo apóstol: él ha visto al Señor Resucitado camino a Damasco. El es testigo y ha recibido su misión directamente de Cristo Resucitado. 

Es la enseñanza de la segunda lectura (San Juan): creer en Jesucristo; cumplir los mandatos de Jesucristo; o sea: traducir esa fe en Jesucristo en buenas obras y así Dios permanece en nosotros y nosotros en Dios. 

Evangelio: el mismo apóstol San Juan nos explica un poco más en qué consiste esa relación con Cristo, esa unión con Cristo.

Contexto del párrafo evangélico: discurso de la última cena, poco antes de la Pasión.

Es un mensaje trascendente, un testamento.

El Señor se encamina a la muerte y habla a sus discípulos de la vida y de que ellos vivirán en Él y Él en ellos.

Deben unirse a Mí, pero esta unión no es una unión cualquiera, es una unión vital; no es una unión temporal, sino eterna.

Entiéndanme: de modo semejante a cómo está unida la vid a los sarmientos que dan fruto; si el sarmiento se separa de la vid, se seca, no da fruto; si el alma se separa de Cristo, se seca, no da buenos obras, no da fruto.

Deben unirse a Mí y deben imitarme, imitar mi Pascua (muerte y vida). La viña tiene su Pascua (poda y frutos, muerte y vida). 

El sacerdote vive el Misterio Pascual

A veces una planta no da fruto y hace falta podarla. El Padre Dios es el viñador. El es el que poda, purifica a los sarmientos para que den más frutos.

Cristo iba camino hacia la Cruz y les habla a sus apóstoles de la Cruz, de la poda de sus almas, del sacrificio, de la mortificación, de la Cruz. Ellos debían tomar su Cruz e ir en pos de él; Cristo anuncia la poda de todo el que quiere dar frutos; más poda, más fruto; la poda de todo sacerdote; la purificación activa y pasiva; la noche del alma, la prueba es, para purificarlas, para que den más fruto, para una mayor unión con Cristo, con Dios.

No hay frutos sin Cruz, no hay fecundidad sin Cruz, no hay Resurrección sin Cruz, no existe el sacerdote identificado sólo con Cristo Resucitado y no con Cristo Víctima; que rehuya al sufrimiento, que tema las pruebas, que escape los combates, que se cuide; se estaciona, no progresa; es la tibieza, ahí no hay cruces, no hay poda. El sacerdote vive el misterio Pascual.

Como el metal que se purifica en el fuego. Morir a lo que no es vida, morir a lo que no es Cristo.

Debemos permanecer unidos a la vida, ser vivificados y vivificar por el ministerio sacerdotal.

Lo esencial: relación con Cristo, con Cristo Muerto y Resucitado, por la Cruz a la Vida, por la poda a la vida y a los frutos. 

María vive el Misterio Pascual

La primera que comprendió esta lección fue María Santísima. Cristo Resucitado se apareció a María Santísima. No lo dice el evangelio, pero ella debía verlo cuanto antes para participar del misterio de la Resurrección. ¿Por qué? Por los derechos de la madre.

La liturgia de la Iglesia respeta los derechos de la madre y por eso la saludamos con las palabras del Regina Caeli. Y en el Regina Caeli decimos "ora pro nobis Deum".

Es la revelación de la omnipotencia suplicante, que se da junto con la revelación del poder divino o del hijo resucitado. María en relación a Cristo Resucitado. La omnipotencia suplicante en relación a la potencia del hijo resucitado.

Ella lo vio como Pablo. Ella creyó en Él. Ella fue podada por el dolor. Ella permaneció en Él y Él en ella. Y ella da fruto abundante. Vida unida a la vida, madre de sarmientos, mediadora de la vida. Permanecer en Cristo permaneciendo en María. 

En la misa vivimos el misterio Pascual

Y en esta misa beberemos la sangre de Cristo. Cuando habló este sermón Jesús aludía a la institución de la eucaristía. La vid hecha su sangre nos une a él y nos vivifica. La misa es la Cruz y no recuerda la poda: muerte a nosotros mismos para dar lugar a Cristo. 

Pbro. Hernán Quijano Guesalaga

 Seminario de Paraná, 12 de mayo de 1979

(revisada y reeditada el 9 de mayo de 2009)