I Domingo de Adviento, Ciclo A

Mateo 24, 37-44: Me gusta el Adviento

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Comenzamos el año litúrgico. Iniciamos el año cristiano con todo lo que debe de suponer de renovación para nuestra vida cristiana. El adviento, por lo menos para mí, es como una nueva oportunidad que Dios nos da para entender y comprender, asimilar y celebrar el gran acontecimiento que ha marcado el rumbo de gran parte de la humanidad: el Nacimiento de Jesús. El adviento es una especie de “repesca” por parte de Dios de aquellos que nos resistimos a verle en las luchas de cada jornada, en las cruces y en las sombras de nuestra existencia. Es un actualizar, como si fuese hoy aquel entonces, el primer adviento que fue el anuncio, de la primera navidad.

En el contexto de secularismo, laicismo, aconfesionalidad, etc., tan feroz en que nos encontramos más de uno y de dos quisiéramos prodigios y milagros espectaculares que avalasen nuestras tesis, que hiciera más razonable nuestra fe y más demostrables nuestros sentimientos.

2.- Jesús, simplemente, nos invita a que su llegada sea para nosotros motivo de serenidad y de paz, de preparación y de esperanza, de sosiego y de luz.

El 14 de abril de 1912 el Titanic, una lujosa embarcación de 44.000 toneladas, se hundía en su viaje inaugural por el Océano Atlántico. Más de 1500 personas murieron después que un vigía divisara desde la torre un iceberg inesperado y gritara: ¡iceberg a la vista! Era ya demasiado tarde.

Con Jesús pasa tres cuartos de lo mismo. En cualquier amanecer o en el día menos insospechado se presentará en medio de nosotros. Su llegada, ciertamente, causará sorpresa en unos o entusiasmo en otros tantos. Pero al contrario de aquel iceberg, y esa es la diferencia, su aparición será un motivo de alegría y no de muerte aunque su nacimiento deje, en las próximas navidades, indiferente a más de uno.

Mientras tanto; ¿qué hacemos en ese compás de espera? La respuesta nos la trae la lectura de San Pablo: “que rebosemos de amor”. Pero, hasta entonces, ¿habrá vigilantes que nos griten: ¡Cristo a la vista!? ¿Estaremos todos tan distraídos y acomodados en los “camarotes” de nuestra rutina que, tal vez, ni nos demos cuenta que El llega?

3.- ¡Necesitamos estar y ser vigilantes!

-Para escuchar las pisadas de Aquel que viene y percatarnos de su presencia

-Para estar en tensión y vivir los próximos días navideños de diferente manera

-Para dar de beber a nuestro interior algo más que un simple licor

-Para saborear estos aledaños navideños con alegría y esperanza

-Para despertar de nuevo, vigilar los caminos de nuestros días y darles un esplendor optimista a la luz de la Fe

-Para remarcar el auténtico espíritu de las fiestas que se acercan y defenderlas frente al secularismo y consumismo que todo lo invade

-Para analizar lo negativo en el horizonte de nuestra trayectoria y reorientarla hacia el pesebre

-Para no hundirnos bajo el peso de tanto acontecimiento triste y negro que nos hace sentir esclavos de la violencia, del desasosiego, del estrés, de la desesperanza, de la hartura y del pesimismo

4.- Adviento; es posible cambiar nuestro mundo con la fuerza del amor que nos trae Jesús

*Adviento; es un reloj que marca las horas de lo que está por llegar: Jesús

*Adviento; llamada a esperar a Dios y contemplar su rostro aún en medio de la oscuridad

*Adviento; es tiempo de vivir, ya desde ahora, la Buena Noticia que se nos dará en Belén

*Adviento; es no dejar que se hunda nuestra vida en las pequeñas miserias y en el gran océano de la incredulidad y de la frialdad religiosa

*Adviento; es, ciertamente, ir hacia Aquel que viene sin perder el rumbo de nuestro viaje.

5.- Demos gracias a Dios porque cumple lo que promete. Porque salva siempre. Porque habla de mil modos y maneras, con muchos signos, palabras y silencios.

--Demos gracias a Dios porque nos pide algo tan sencillo como poner a punto nuestra vida…estar vigilantes para que El no pase de largo. ¡De cuántos pasará de largo en la Navidad porque, de El, pasarán también de largo!

--¡Rompamos y fundamos tantos grilletes y cadenas que nos mantienen permanentemente maniatados y sin aliento! ¡Cuántos de nosotros nos sentimos presos tras las rejas del mundo!

Me gusta el Adviento, entre otras cosas, porque Dios se hace tremendamente cómplice, libertador y cercano a nosotros.


28 de noviembre de 2004