IV Domingo de Adviento, Ciclo A

Mateo 1 18- 24: ¡Jesús nacera de María!

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- ¡Jesús nacerá de María! Ese será el gran pregón de los próximos días de Navidad. Malo será, y así ocurrirá con algunos, que se nos esfume sin descubrir el auténtico regalo de la Navidad. Inútil será que todo el añadido y fiesta, luces y estrellas se queden en eso: artificio y exterior pero sin vida y resonancia interior.

Hace tiempo que muchas de nuestras calles y los grandes locales comerciales presentan destellos y colorido. ¿En honor a quién? ¿Como reclamo de qué y para qué? Esta es la pregunta que se nos hace y a la que podemos responder en los próximos días que se acercan.

Nosotros, como cristianos, hacemos que brote hacia fuera la luz que llevamos dentro. Sabemos que se corre el riesgo de banalizar y superficializar (con variados intereses) unas navidades en las que, por encima de todo y de los poderes mediáticos de turno, recordamos el gran acontecimiento que cambió y dio color a la humanidad: el nacimiento de Cristo en Belén.

¿Seremos capaces de mantener vivo este espíritu o nos lo dejaremos arrebatar por una navidad más de Herodes (asesino de esperanzas) que de Jesús (Dios de vida)?

2.- Llega la Navidad, y al acercarnos a las lecturas de este último domingo de adviento, nos exige no tanto mirar hacia fuera, hacia el cómo sienten los demás estas próximas fechas, cuanto a interpelarnos si en nuestras familias, amigos, hijos, barrio, parroquia, comunidad, etc., vivimos con hondura y con verdad que el Señor viene y nace. La gran sorpresa de la Navidad estriba precisamente en el cómo Dios actúa. Nos desconcierta haciéndose niño y naciendo en la pobreza. A muchos les descoloca o no les dice nada precisamente por ello; porque llega proponiéndose y no imponiéndose. Y, una de dos, o estamos despiertos o pasará sin percatarnos de su presencia.

--Dios nació, y es necesario, que vuelva a nacer en los corazones que le acogieron pero que luego el frío de los nuevos tiempos los llevó a una hibernación permanente.

--Dios vino, aún en medio de las dudas de José, y lo seguirá haciendo aquí y ahora en la medida que encuentre hombres y mujeres dispuestos a sacrificarse por El. A creer aún sin entender el por qué de sus cosas y de sus misterios.

--Dios se hizo pequeño a pesar de que algunos lo esperaban grande.

3.- Tres estrellas tiene la navidad que nada ni nadie las puede ocultar: Jesús, María y José. Falta otra no menos importante y que destella en el firmamento del corazón de cada uno de nosotros; la que luce con fuerza en medio de la oscuridad; la que tiene respuesta en los momentos de turbación; la que ve más allá del horizonte y de la pura simpleza de las cosas: la Estrella de la Fe

Con esa estrella hemos de encarar e iluminar los próximos días que se acercan. Muchos intentarán ensombrecerla con los destellos de los kilowatios que mucho consumen y hasta hieren el sentido común de la vista; otros harán lo indecible por neutralizarla apagando el sonido de los villancicos tradicionales; otros más, incluso, dirán que las navidades son familia, reunión, cava, disfraz y no sé cuántas cosas más.

En medio de todo ello, como los pastores y los reyes, seguimos creyendo el anuncio del ángel; contemplando y siguiendo los destellos humildes pero certeros de una estrella que la llevamos en lo más hondo del corazón: en la ciudad de Belén dios se hará pequeño. Dios nos dará otra oportunidad. Hagamos como José, sin pedir nada para sí, tuvo siempre la puerta abierta para Dios. ¿Vamos a dejar pasar esta gran oportunidad de ver, adorar y celebrar la presencia de Dios humanado en el mundo?