La Sagrada Familia: Jesús, María y José, Ciclo A.

Mateo 2, 13-15.19.23: Una familia muy especial y única

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1. En estos días cientos de personas, mayores y niños, se asoman hasta los monumentales belenes que, gracias a Dios, se siguen ubicando en plazas, calles y parroquias. Tal vez van buscando, más allá del puro sentimentalismo, a los auténticos protagonistas de la Navidad: JESÚS, MARIA y JOSÉ. Todo lo que acontece, se plasma y se desarrolla en un tradicional belén está precisamente abocado a descubrir el tesoro que encierra y la enseñanza que nos presenta: peregrinar con Fe hasta la Sagrada Familia.

2. - Parece como si los pastores nos estuvieran susurrando que, dejarlo todo y ponerse en camino con el deseo de adorar al Niño Dios, es una constante que no debiéramos de olvidar en el resto de los días del año. Dejarlo todo (por lo menos algo en estos días de Misterio) es saber estar cerca de un Dios que nació en el silencio de la noche, bajo la autoridad de José y la mirada complaciente de María.

Parece como si los molinos, que giran sin cesar, nos recordasen que, para vivir como cristianos, es preciso triturar todo aquello que nos impide potenciar la humildad y la docilidad, la paciencia y la obediencia, la sencillez y la bondad que fueron ejemplares e inigualables en la Sagrada Familia. Parece como si los ríos, fuentes y cascadas (que dan vida y ruido a nuestros belenes domésticos) nos trajeran el rumor de que la transparencia y la verdad en nuestras palabras son las gotas con las que Dios va bendiciendo y haciendo presente su reino en medio de un mundo constantemente atenazado por verdades a medias que son grandes mentiras.

Parece como, si los bueyes, alfareros, panaderos y un largo etc., nos trajeran a la memoria, con su permanente afán, que la Iglesia es una gran familia en la que todos estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos. Una familia donde cada miembro tiene su función y en la que siempre hay un sitio para el que quiera trabajar y dar razón de su dinamismo y de su fe.

Parece como si Herodes, desde lo más alto de la montaña que es cimiento de su castillo temido, nos engañase con el camino que nos aleja del sentido común de la Sagrada Familia, de las actitudes que la hicieron grande, heroica, divina y santa, de la luz que penetró e hizo hermosa su santidad

3.- Parece como si el Ángel, que aparece y desaparece milagrosamente una y otra vez sobre el llano de los pastores, nos anunciase que el modelo de la Sagrada Familia sigue siendo válido para una sociedad que nos propone un abanico de posibilidades en aras a una felicidad y bienestar condicionados o supeditados al simple bien particular o de influyentes y poderosos lobbies.

La familia, más que nunca en el momento presente, ha de ser defendida y revitalizada no precisamente desde los parámetros que nos imponen modas y caprichos. La auténtica familia, la que nosotros hemos vivido, cuidado y mantenido hasta nuestros días, necesita de profetas y defensores frente aquello que la deja en inferioridad de condiciones. O, por lo menos, urge de voceros que, en el portal de este milenio recién estrenado, sepan delimitar, clarificar y denunciar aquello que en nada se parece a la que tanto puede aportar a la sociedad: equilibrio, serenidad, bienestar, seguridad, fe y fidelidad. A ello contribuye la familia cristiana.

4.- Parece como si los reyes magos, cansados pero reorientados por la suntuosidad de una estrella, nos aleccionase y empujase a salir de nosotros mismos, a descubrir otros horizontes, a relativizar nuestras riquezas, a romper fronteras y muros, a doblegar la rodilla ante Dios para sentirnos menos dioses y ser más hombres

Parece como si la Sagrada Familia, serena y acogedora, nos mirase a cada uno de nosotros y nos dijera que cumplir la voluntad de Dios hace que nuestras palabras sean santas, nuestras obras más perfectas, nuestra fe más profunda y nuestras familias más sagradas, estables y duraderas.