V Domingo de Cuaresma, Ciclo A.

San Juan 11, 1-45: ¿Sácanos fuera Señor!

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Nos encontramos en la recta final de la Cuaresma. Tres sugerentes catequesis bautismales, impresionantes todas ellas, han querido incentivar nuestra fe en estos últimos domingos: la samaritana, el ciego de nacimiento y hoy la resurrección de Lázaro.

Y, en las tres instrucciones, un denominador común: JESUS como agua, luz y vida para el creyente.

-¿Por qué, si Jesús es vida, nos cuesta tanto transmitir precisamente esa idea sobre la fe?

-¿Por qué, cuando muchas personas se acercan a nuestras celebraciones, tienen la sensación de que –en vez de savia- ahí se respira rutina, excesiva mecanicidad en los gestos o que no estamos en aquello que celebramos?

Hoy, la resurrección de Lázaro, pone las cartas sobre la mesa: ¡Cristo es la resurrección! El motor que nos empuja a un cambio de mentalidad y de actitudes. Sólo por este gran regalo que nos trae Jesús, una resurrección para nunca morir, merece la pena intentar una renovación en el aquí y en el ahora. Situar a Dios justo en el lugar que le corresponde y saber que, el Señor, está por encima de la misma muerte.

2.- Existen muchos agoreros que, desde distintos vértices –creyentes o no- presagian un final desencantador y de difícil solución para el mundo. Pero, Dios, que puede todo como Dios y que tiene un corazón de Padre, nos hace comprender que, con Jesús, la salvación es posible.

De muchos temores nos libra Jesús. A Marta y María, les recuperó del dramatismo y del colapso que les supuso la muerte de su hermano querido. A Lázaro le desembarazó de una muerte injusta y venida por sorpresa. Y, ¿a sus amigos y vecinos? Pues, tal vez, les sacudió de aquel mar de dudas que, tal vez en aquel momento, se hallaban inmersos sobre Jesús.

3.- ¡Pero ojo! El relato de Lázaro tiene un trasfondo que nos debe hacer más reflexivos y llevar a una interiorización: ¡Lázaro! ¡Sal fuera! Y ¿qué hizo Lázaro? Obedecer. El creyente, por si lo hemos olvidado, es alguien que confía en Dios, que se fía de Dios y que obedece al Pastor.

¡Cuántas personas muertas en vida que viven de espaldas a la novedad del Evangelio! Prefieren quedarse en sus sepulcros fletados por el poder, el bienestar o el dinero.

¡Cuántas personas asfixiadas por las vendas de la seducción, de la apariencia o de la incredulidad! Han optado por lo efímero y, cualquier invitación a dejar todo su “modus vivendi” es poco menos que una injerencia o una falta de respeto a su libertad

¡Cuántas personas rodeadas, no por “Martas ni Marías” (que alertan a despertar a la fe y a la vida ) sino por ambientes hostiles a la fe cuando no indiferentes, apáticos o descaradamente contrarios.

4.- El evangelio de hoy nos interpela a todos: ¿Somos vida como creyentes? ¿La anunciamos? ¿Somos portadores de la Buena Noticia de Jesús? ¿Recurrimos a Jesús para hacerle sabedor de aquellos que, tal vez, han muerto un poco o un todo para la fe? ¿Llamamos a Jesús para que nos socorra y nos reanime –aunque sea eventualmente como lo fue en Lázaro- y luego, a continuación, buscarle, creer en El y seguir sus caminos?

Hoy, con el Evangelio de Lázaro, tenemos que reafirmar nuestra fe en Cristo surtidor de vida eterna.

5.- Hoy, con el Evangelio en mano, hemos de procurar ser más intrépidos para gritar donde haga falta y a quien más veamos que lo necesite: ¡Sal fuera! De tus miserias, de tu cerrazón, de tu tristeza, de tus angustias, de tus pruebas o de tus cruces! ¡Sal fuera! Sólo así, aventurándonos en esa línea valiente y convencida ¡Sal fuera! Podremos llevar a Jesús a tantos hombres y mujeres que, en vida, ha muerto porque nadie les llevo a tiempo a Jesús fuente de vida. ¿Lo intentamos? De todas maneras, en este quinto domingo de cuaresma, pidamos al Señor: ¡sácanos de la muerte a la vida!

6.- ¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!

De la oscuridad que no me deja verte

a la luz que me da la vida

De las dudas que ciegan mis ojos

a la certeza que me invita a seguirte

De la tristeza que sacude mi existencia

a la alegría que infunde tu persona.

¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!

 

De los miedos que me paralizan,

a la fortaleza que me regala tu Palabra

De la inseguridad de mis pasos

a la firmeza de tus caminos

¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!

 

De la muerte, cuando yo vivo como Tú quieres,

a la vida que siento cuando Tú estás presente

Del mi afán de suficiencia que fracasa

al reconocimiento de tu poder que todo lo puede

¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!

 

De lo efímero que pasa y caduca

a lo eterno que Tú me dices me espera

De mi manera peculiar de vivir la vida

a esa otra que, Tú, me dices es rica y diferente

¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!

 

Que me libre de esas largas vendas

que me impiden ser libre y seguirte

Que me sacuda de los aromas

con que la sociedad quiere perfumarme y maquillarme

Que sea fuerte para desprenderme

de tantas losas que pretenden silenciarme

¡QUE SALGA FUERA, SEÑOR!

¡SACÚDEME CON TU FUERZA DIVINA!

¡HÁBLAME CON PALABRAS DE ETERNIDAD!

¡HAZME MORIR EN AQUELLO QUE ME SEPARA DE TI!

Amén.