Domingo de Ramos

San Mateo 26, 14-27, 66: ¡Pórtico de horas santas!

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

Todos con el Señor, entramos por esta puerta que es el Domingo de Ramos, para compartir con El sus horas de pasión, de muerte y de resurrección. Aquellos que hoy le aplauden con palmas hoy, se volverán mañana silencios, dudas, deserciones o gritos de muerte.

1.- ¿Seremos capaces de vivir todos los misterios que se encierran en esta semana? ¿Nos quedaremos tan sólo embelesados y subidos en las palmas con las que decimos aclamar a Jesús?

El Domingo de Ramos, y no lo olvidemos, desarrolla dos notas a tener en cuenta: por un lado el aspecto festivo de aclamación al que es Rey de nuestra historia y, por otro, el anuncio o fondo de la Pasión. Al final de las calles estrechas de la Jerusalén, espera el Monte Gólgota.

Tal vez hoy, más que nunca, comprendemos aquello de que “las grandes hazañas en la vida, exigen grandes riesgos”. Jesús, montado en un pollino, humildemente pero consciente de su misión, arranca estos últimos metros por las calles de Jerusalén para que se cumpla la voluntad de Dios.

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Ante tantas personas que pasan de Dios. Ante el gran escándalo de muchos cristianos, que viven como si no lo fueran, como si Cristo fuese un cero a la izquierda en sus vidas, el Domingo de Ramos es un grito a la realeza y al triunfo de Jesús. Es un poner a Dios en el lugar que le corresponde. Implica clavar nuestros ojos, entonar nuestros cantos y alzar nuestros vítores o colocar nuestra confianza sólo en El.

2.- ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Ante tanto desamor y traición, egoísmo, pesimismo u odio, el Domingo de Ramos es un pórtico que abre delante de nosotros horas de amor y de salvación, de sufrimiento y de obediencia, de humildad y de valentía, de fe y de eucaristía, de oración y de Palabra: la Semana Santa.

Es necesario, y hoy más que nunca, elevar –no nuestras palmas – cuanto nuestros corazones al Señor. Es hora de despertar. Hay demasiado cristiano dormido. Es el momento de recuperar el gusto por las cosas que Jesús nos ha dejado y nos ha dicho.

3.- Para todos nosotros, para todos los que hemos venido en esta maña, para el niño y para el joven, para los padres y los sacerdotes, para los ancianos y toda persona que busque a Dios, hoy es un momento sagrado. ¡Hoy es un día santo para ti Jerusalén! ¡Hoy es un día santo para ti hombre de Dios! ¡Hoy es un día santo para ti, que buscas un sentido cristiano a estos días de pasión!

Hoy, con esta simpática celebración, adelantamos lo que le espera a Jesús en el Triduo de la Pascua. Y, también se nos adelanta a nosotros, lo que estamos llamados a vivir en la Semana Santa. No podemos permitir que nada ni nadie, enturbie el sentido cristiano de estos días. No podemos caer en la tentación de que la Semana Santa, sea una semana totalmente descafeinada y sin referencia a lo más sagrado. Serán días santos si ya desde ahora abrimos nuestra vida, nuestros sentidos, nuestra fe y nuestra alabanza a lo que estamos llamados a vivir en Pascua: el triunfo de la vida sobre la muerte. ¿Lo intentamos?

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito este Domingo de Ramos! ¡Bendito este camino, sembrado de ramos, alfombras y palmas, por el que camina el hombre que vencerá con su muerte, la muerte de todos los hombres!

4.- ¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Promesa mesiánica felizmente cumplida

Lo que otros esperaron durante siglos,

lo vimos y adoramos, pequeño en Belén,

hombre y Dios

Dios y niño….

y, hoy lo aclamamos de nuevo como Rey

 

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Glorificamos tu santo nombre,

meditamos tus Palabras, acogemos tus gestos

seguimos tus senderos y los alfombramos

de ramos, y palmas con vítores siempre nuevos.

Pero ¿qué nos espera, Señor, en Jerusalén?

¿Días de vida o de muerte?

¿Dios derrotado o Señor que ha triunfado?

¿Horas de sufrimiento o de gozo?

¿Victoria o esclavitud?

¿Comprensión o traiciones?

¿Por qué te presentas montado en un asno

cuando, como Dios que eres, podrías

haber venido en brillante desfile real?

 

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Porque no haces alarde de tu divinidad

Porque disimulas tu gran majestad

Porque sabes que, a la vuelta de la esquina,

se esconderán las palmas y los ramos

y los cánticos, por cobardía, enmudecerán

 

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!

Porque, humildemente, entraste en el mundo

en la noche más silenciosa en Belén

y, humildemente, quieres salvar al mundo

entrando, pobre y sorprendentemente, en Jerusalén

Porque, una mula te dio aliento

en la noche más fría de tu nacimiento

y de nuevo, un asno, te sirve como apoyo

compañero y amigo en tus horas grandes y amargas.

¡TRES VECES SANTO, MI SEÑOR!