Jueves Santo

San Juan 13, 1-15: “El amor sorprende”

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Algo de especial tiene siempre el Jueves Santo. La celebración a la que estamos asistiendo, como la de todos los domingos, es memorial de la muerte y resurrección de Jesús. Pero ¿qué tiene el Jueves Santo? Posee el arranque del resto de las eucaristías. Aquí, tal día como hoy, el Señor nos deja este alimento para que no olvidemos muchas cosas. Aquí, alrededor de una mesa, con pocas palabras, emoción contenida, gestos heroicos y amigos que comparten su Palabra y van por su camino, el Señor instituye ese gran sacramento que, cuando se vive con fe y se saborea con ganas, nos hace entrar en una dimensión totalmente nueva: la Eucaristía.

Y, como en las grandes horas que a todos los hombres nos llegan, también a Jesús llama las suyas. Y, porque lo sabe, porque sabe que ha llegado su hora, reúne a los suyos; les llama amigos; reza por ellos y con ellos; dialoga, habla y…les prepara una fiesta de despedida.

2.- Cuentan que, dos amigos, iban caminando y que, uno de ellos, se volvió hacia el segundo y le pregunto: ¿Estás contento de nuestra amistad? Y, que el otro le respondió; ¡Sí! ¡Por supuesto! ¡Nos damos mucho el uno al otro!

Hoy, del corazón de los discípulos, brota ese sentimiento: ¡Nos has dado tanto, Señor! ¿Aún nos quiere ofrendar más? ¡Por supuesto! Dice, Jesús:¡Os quiero dar las entrañas de mi vida! ¡La carne de mi carne! ¡La sangre que corre por mis venas!

Amigos: ¿Hay mayor amor que ofrecerse uno mismo? ¿Qué puede hacer de más un amigo, por otro amigo, sino darse hasta romperse en mil pedazos?

Jueves Santo es el día del amor que sorprende a todo aquel que se siente atraído por la figura de Jesús: “Tomad y comed”. No es un alimento cualquiera; no es vino que se sube a la cabeza y olvida las penas; no es pan que sacia el estómago y, a continuación, tiene hambre de más. El Jueves Santo es el amor multiplicado por mil y servido hasta cotas insospechadas. Como lo celebró el pueblo de Israel, hoy también nosotros, pero en una Alianza Nueva, en un contexto totalmente diferente, en una dimensión renovada….celebramos la memoria, el deseo, el grito, la petición de Jesús: ¡Haced esto en memoria mía! Y quien así lo hace, no os quepa la menor duda, recupera el brillo en sus ojos, el esplendor en su vida y la fuerza en sus entregas.

3.- Pero, la Eucaristía sin amor queda coja. Y, porque el Señor quiere que todo sea santo y perfecto, nos recuerda que los dos caminos para llegar a Dios son la fe y la caridad. Y, porque el Jueves Santo es el amor que nos sorprende, Jesús se arrodilla. ¡Levántate, Señor! ¡Qué haces postrado ante nosotros! ¡Dejadme! Quiero, con este gesto, que comprendáis que, Dios se hizo pequeño en mí en Belén y, que Dios nuevamente, se agacha, se arrodilla para que no olvidéis el inmenso amor que mi Padre os tiene. Para que, de ahora en adelante, el Jueves Santo sea para vosotros un recordatorio y un surtidor de fuerza y energía para hacer el bien. ¿Estáis dispuestos?

En esta tarde, al contemplar a Jesús inclinado, con su cuerpo doblado acariciando, lavando y secando los pies de todos nosotros, nos enseña una gran lección: ¡he venido a servir y no a ser servido! Y, si vosotros sois mis amigos, vuestra aureola y vuestro orgullo, vuestra locura y vuestro carné de identidad será ese: el servicio. ¡Hacedlo también vosotros! Nuevamente, Jesús, nos sorprende: no solamente se nos sirve en cuerpo y sangre, sino que además…nos sirve. ¿Puede sorprendernos más el Señor en este Jueves Santo?

4.- Amigos, hermanos todos, lo que hoy celebramos no lo podemos dejar arrinconado en unas horas. Este memorial nos anima y dinamiza toda nuestra existencia cristiana. Dicen que “el ejemplo arrastra”. ¡Pues vaya ejemplo el de Jesús! Si, El, ha ido por delante y se parte, para compartirse, y sirve para recuperar a una humanidad dolorida, caída, dislocada y necesitada de amor….es porque, Jesús, quiere que cunda el ejemplo entre los suyos. A partir de ahora, el Jueves Santo, para los cristianos será el día en el que Jesús enarboló la pancarta del amor o la enseña del servicio. Sin ellos, la Eucaristía, queda profanada o por lo menos desvirtuada. ¿Cómo podemos decir que amamos a Jesús si vivimos de espaldas a los que El amó?

5.- Jueves Santo, pórtico del Triduo Santo de la Pascua, que tantos regalos –sorprendentes todos ellos- nos animen a celebrar esta Pascua en perfecta sintonía con Jesucristo. Su vida, sea nuestra vida; sus gestos, los hagamos nuestros; sus rodillas, sean las nuestras; sus manos, sean aquellas que salgan al encuentro de los hermanos y su Cuerpo y su Sangre, sea la mayor bendición para no apartarnos del camino verdadero.

6.- ¿POR QUÉ NOS SOPRENDES ASÍ, SEÑOR?

En el silencio de una noche, sorprendiste al mundo en tu pequeñez

Allá, a orillas del Jordán, como uno más quisiste recibir el Bautismo de manos de Juan

Fue entonces, Señor, cuando los motores de tu misión

se pusieron en marcha

Endemoniados y hombres y mujeres, hastiados de preocupaciones

se sintieron aliviados con tu presencia

Otros, cómodamente sentados a la orilla del mar,

escucharon, inesperadamente tu llamada: ¡venid y seguidme!

Los leprosos, Señor, quedaron limpios como un amanecer

Los paralíticos volvieron a sentir la dureza de los caminos

Enfermos y poseídos, pecadores y adúlteros

Comprendieron que, tu presencia, era eso…amor y sólo amor

Los pecados, a partir de tu llegada, no eran más fuertes

Que la misericordia de Dios.

 

¿POR QUÉ, DE NUEVO, HOY NOS SORPRENDES, SEÑOR?

¿Recuerdas aquel día en la barca?

Una traicionera tormenta nos metió el miedo hasta en los tuétanos

Tu mano siempre oportuna, aun con nuestra falta de fe, la calmó

Los muertos, ¿recuerdas, Jesús? volvieron por tu intervención a la vida

Los hambrientos, en inolvidables multiplicaciones de panes y de peces,

abrazaron la hartura

Los tristes, ante tu alegría divina, en el Monte de las Bienaventuranzas

encontraron mil razones para sus lágrimas, sufrimientos y esperanzas

 

¿POR QUÉ, DE NUEVO, HOY EN JUEVES SANTO, NOS SORPRENDES SEÑOR?

Tus parábolas fueron sabiduría y universidad del Reino de Dios

Quien no sabía orar, pronto, muy pronto, aprendió a decir “Abba” “Padre”

Quien decía aquello que luego no hacía,

Pronto se sintió incómodo ante la luz y la hoja fina de tu verdad

Quien intentaba, cómodamente, vivir en el castillo de su hipocresía

Se resquebrajó ante el imperio de tu Reino. Sí, Jesús;

Nos has dejado tanto, nos has dado tanto…¡nos has mostrado a Dios!

Contigo, el último lugar, es primero en el cielo

Contigo, la prueba, es algo a superar

Contigo, el mendigo es rey

Contigo, el rey, es vasallo

Contigo, el pecador recupera la gracia

Contigo, el que se tiene por justo, queda fuera

Contigo, la oveja perdida, volverá al redil

Contigo, el que se marchó, siempre tendrá una habitación en tu casa

Contigo, el que no se hace niño, tendrá difícil su entrada en el cielo

Contigo, el que se las sabe todas, no conoce a Dios

Contigo, el que es ciego, recupera la luz

Contigo, el que ve todo, es incapaz de ver el reflejo de Dios

Contigo, la muerte, es trampolín que nos eleva a la vida

Contigo, el llanto, es agua que purifica nuestras miradas

Contigo, la noche es vencida por el resplandor del día

Contigo, la pasión, el sufrimiento o la muerte

son notas que preceden al canto de Resurrección.

 

¿POR QUÉ, HOY EN JUEVES SANTO, NOS SORPRENDES DE NUEVO, SEÑOR?

Hoy, Jueves Santo, nos sorprendes, Señor

Con tu amor….que es inquebrantable y único, bueno y verdadero

Con tu servicio…que es radical, obediente y todo un ejemplo

Con tu sacerdocio…para que nunca nos falten heraldos de tu Palabra

Manos que se extiendan sobre el pan y reconcilien a Dios con el hombre

Y a la humanidad con el mismo Dios.

¡GRACIAS, SEÑOR, ERES SORPRENDENTE!