Vigilia Pascual

San Mateo 28, 1-10: ¡Caramba qué noche!

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Es la noche más esperada por la humanidad. Una noche, y hay que decirlo, donde se ve y disfrutamos como nunca del poderío de Dios. También, esta noche, es el instante más esperado y soñado por Dios: ¡A que Padre no le gusta que sus hijos sean puestos a salvo! El momento donde, la muerte, es vencida. La Pascua no es un “pasar” del hombre. Es pasar por el hombre y quedarse definitivamente para siempre. ¡Qué bien resuena aquella oración de Abraham! “Si te he caído en gracia te ruego no pases de largo” (Gen 18,3)

El Señor, que primero se acercó desde el cielo para salvarnos, resurge ahora desde el abismo, desde la muerte para que, nosotros, no permanezcamos ni nos perdamos en él indefinidamente. En esta noche, el paso del Señor, nos reviste de inmortalidad, de vida, de luz, de verdad.

*A partir de ahora, aunque tengamos que saludar a la hermana muerte, ésta ya no será un motivo para el miedo ni para el temor. Es asignatura resuelta por la respuesta de Cristo: moriré pero resucitaré.

*A partir de ahora, aun con momentos de cierta incertidumbre, sentiremos que el Señor nos acompaña en el caminar y que nunca, ¡nunca! serán mayores las contradicciones que nuestra capacidad para hacerles frente.

*A partir de ahora, la verdad, será nuestra forma de pensar y de actuar. Aunque, en algunos instantes, la debilidad o la mediocridad de nuestras actitudes nos hagan alejarnos del camino certero o verdadero que nos marca Jesús.

Y es que, hoy, es la fiesta de las grandes fiestas. A esto nos estábamos preparando durante toda la cuaresma. Es el triunfo de la vida sobre la muerte. Dios, que es fiel, cumple sus promesas. No nos deja a la deriva, no abandona a su suerte al buen Jesús.

2.- Aunque, aparentemente la historia del mundo, sea un vía crucis sin sentido, un avanzar sin horizonte, en esta noche, la Resurrección de Cristo se convierte en recuperación de la humanidad. En salvación para todo aquel que pone sus ojos en el poder y en el amor de Dios.

Hoy no es el momento de lamentarnos ni de quedarnos en los fracasos. En esta noche, la Pascua, nos dice que Dios es vida, que Dios es verdad y un camino por el que podemos avanzar para conquistar la gloria eterna. Y un sendero por el que Dios vino, una voz por la que Dios habló y unas manos por las que Dios amó fue precisamente Jesucristo. En El, en Jesús, la historia de la humanidad recobra sentido y futuro. Esta Vigilia Pascual, hermanos, es el inicio de los nuevos tiempos. ¿Qué ha existido y se palpa el dolor? ¿Qué la cruz sigue divisándose allá, al fondo o a la sombra? Aún así, el amor de Dios, que es infinitamente más grande y más grueso que el madero de la cruz, se impondrá sobre todo aquello que empañe la felicidad y el futuro del hombre.

3.- Hoy, además, estamos contentos porque es la fiesta de nuestro Bautismo. Con él, un día, fuimos incorporados a la muerte y resurrección de Jesús. Su suerte, desde entonces, será la nuestra. En esta noche, profesamos, hacemos nuestro, con brío y con firmeza, lo que la fe nos regala: gracia, vida nueva, perdón, amor o alegría. *Hoy sentimos que el agua tiene la misma frescura y pureza que aquella primera mañana de Pascua, cuando el Señor, pasó de la muerte a la vida y, con ella, nos llevó a todos nosotros.

Si en la cruz, todos nuestros pecados fueron cosidos con Jesús, en la Pascua todos somos recuperados, renovados, liberados, rejuvenecidos y llamados a una vida eterna. ¿Seremos capaces de agradecer el mayor don de todos? ¿Somos conscientes de que el paso del Señor, en esta noche, nos regala el gran salto de la muerte a la vida? Porque no solamente hay que saber que existe la vida eterna, sino –además- intentar conocer cómo ganarla, cómo conquistarla.

¡Feliz Pascua! La alegría, la paz y el encuentro con Cristo Resucitado sea para nosotros un motivo para vivir, para esperar y para creer en un Dios que, por el hombre, dio tantos pasos a favor de su salvación.

5.- ¡EL SILENCIO DIO LUGAR A LA FIESTA!

Se rompen los muros y aparece la VIDA en la vida

y, la alegría que se desborda, en todos aquellos

que celebran en esta Noche Santa y dichosa

la alegría y el esplendor de la Pascua.

La esperanza, por fin, se ha cumplido

cuando, Cristo, vuelve tal y cómo lo había prometido

en rescate de todos aquellos a los cuales tanto amaba.

¿Dónde está el silencio y la calma?

¿Dónde los sollozos de su despedida?

¿Dónde los guardias que le custodiaban?

 

¡NO HACE FALTA NADA! ¡AHORA TODO ES FIESTA!

Porque, si la fiesta es vida, Cristo nos la trajo toda

y nos hace partícipes de una, que nunca se acaba

Porque, si la vida es una fiesta, la Resurrección de Cristo

razón más que suficiente para vivir en una permanente alegría.

Ahora, el corazón del hombre, se abre a la eternidad

El día de hoy, las manos del hombre, se abren al amor

Hoy, los pies del hombre, se orientan hacia el futuro

En el presente, el corazón del hombre,

ha sido definitivamente tocado por la acción de Dios.

 

¡ALELUYA! ¡EL SEÑOR HA RESUCITADO!

La humanidad se reviste de fiesta

porque, si Dios se hizo pequeño por salvarnos,

ahora, pasando por una cruz,

la Resurrección de Cristo nos trae una eterna primavera.

Porque, si Dios prometió el todo por la nada,

el hombre le responde con abundancia de fe

y abriéndole su corazón, sus entrañas y su misma vida.

 

¡ALELUYA! ¡EL SILENCIO DIO LUGAR A LA FIESTA!

Cantemos, con los ángeles y con todos los santos,

Con toda la creación que explota en un esplendor inmaculado

Con todos los creyentes que miran hacia el cielo

¡MIL VECES ALELUYA! ¡HAS RESUCITADO!

¡HA RESUCITADO! ¡Y NOSOTROS CON EL!

¡ALELUYA! ¡ALELUYA!