Solemnidad de la Anunciación del Señor

San Lucas 1, 26-38: En María vence el ¡Si!

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- En la festividad de la Anunciación recordamos aquella hora en la que, el Angel Gabriel, se coló por la ventana de la humilde casa de Santa María anunciándole el futuro nacimiento de Jesús: ¡nueve meses exactamente quedan para Navidad!

María es grande no por sus acciones y sí por el hecho de que hizo posible con su "SI", la venida de Jesús.

María, en la balanza de su propia vida, pudo más la disponibilidad que la cerrazón. Se impuso la gratuidad frente al egoísmo. La confianza venció a toda duda. Gracias a su "sí" humilde y tembloroso la humanidad pudo contemplar con sus propios ojos un Dios humanado, humillado, pequeño y débil que comenzó a gemir, sin comprenderlo muy bien Ella, en sus entrañas.

En la Anunciación, María, supo querer a Dios con todas las consecuencias. Sin pedir nada a cambio, sin exigir explicaciones, María, fue un cheque en blanco para un Dios que nos desconcierta en más de una ocasión eligiendo los caminos mas insospechados (hoy la sencillez de una nazarena) para acompañar de un modo más radical al hombre: su Encarnación.

María, además de a Dios, dijo un "sí" a Jesús, a las promesas hechas desde antiguo, a la humanidad que quiere volver del pecado, a nosotros, a la iglesia que estaba por nacer y a todos los que esperaban y desean ver a Dios en la tierra.

2.- Aprender a querer, a Dios, como Maria, es:

-No poner filtros ni paréntesis a la voz de DIOS que nos presenta a su Hijo como “búsqueda del hombre movido por su corazón de Padre” (frase del recordado Juan Pablo II)

-Evitar los prejuicios que podamos tener sobre nuestra misión de cristianos en un mundo donde apenas se escuchan ni interesan los voceros de Cristo.

-Curarnos del egocentrismo que nos invade: con DIOS podemos hacer obras grandes....sin El, la vida, se convierte en un caos permanente.

-Recuperar la inocencia perdida: “eh aquí la esclava....”. Ponernos en camino y en disposición hacia DIOS es avanzar hacia la plenitud como personas y como creyentes. Es encontrar nuestra razón de ser.

-Sentirnos contemplados por DIOS (no observados) da seguridad a nuestros pasos, luz a nuestras acciones, profundidad a nuestra existencia.

-Turbarnos ante la presencia de Dios (no temerosos). También nosotros somos benditos desde el día de nuestro Bautismo. Otra cosa es que no seamos conscientes de la multitud de saludos que, como en María, nos llegan de parte de Dios en diversas circunstancias y a través de numerosos ángeles con rostros de personas.

-Que a la hora de decidirnos en nuestras respuestas pueda más en la balanza de nuestra vida el “SI” nítido y convencido que el “NO” del miedo y de la cobardía, de la comodidad y del pasotismo, de la duda y de la mediocridad.

En tiempos de dificultades (¡que época no ha estado exenta de tropiezos para la Fe!) tendríamos que dar gracias a DIOS porque se ha fijado en nosotros para prolongar su presencia en hombres y mujeres que seguimos apostando y creyendo en su Palabra.

3.- Día de la Anunciación del Señor. Nuestro “SI” o nuestro “NO” a DIOS, en el clarear de cada jornada, en cada situación que se nos presenta, en cada momento y en cada circunstancia se parecen o no se parecen mucho a los que Santa María pronunció mientras estuvo latiendo en la tierra.

Hoy, con el viejo canto --siempre actual-- decimos: “¡Madre de todos los hombres, enséñanos a decir amén!”

Nunca, una embajada del cielo, se dirigió a una mujer con tanto respeto: Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo.

Maria dijo "si"

A dios, a Jesús,

A la iglesia,

A nosotros y

Al mundo

que necesitaba

a un Dios encarnado.