V Domingo de Pascua, Ciclo A

San Juan 14, 1-12: Las habitaciones del Cielo

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Dicen que, en el mundo, hay pan y sitio suficiente para todos y cada uno de los hombres. Pero ¡qué gran paradoja! Nunca, como hoy, tenemos la sensación de falta de espacio, de falta de oxígeno. Parece como si el agobio, el afán de tener o de acaparar, junto con las prisas, nos aturdieran tan profundamente que nos empujasen a buscar caminos que conduzcan a una cierta paz, verdades que nos lleven a una cierta tranquilidad, vida que nos ayude a encontrar la auténtica que, por lo que sea, no podemos alcanzar.

2.- Las habitaciones del cielo, aquellas que Jesús nos señala en el evangelio de este V domingo de la Pascua, sólo se pueden abrir desde el profundo convencimiento y confianza en Cristo. Sólo se pueden abrir desde dentro de uno mismo: con llave de la fe.

Hay un acorde, formado por tres notas, que resume perfectamente y da el tono de la gran melodía del evangelio compuesta por Jesús, y también como síntesis de toda su persona: Camino, Verdad y Vida

Con esa tonalidad hemos de aprender a vivir y cantar nuestra fe. Nuestro corazón, será capaz de resistir las embestidas de los nuevos tiempos, si lo acercamos a esa gran fuente de esperanza y de serenidad que es Jesús.

3.- .Hoy, al escuchar este evangelio pascual, tendríamos que salir gritando de nuestras iglesias y de nuestras comunidades, de nuestras eucaristías y de nuestros grupos: ¡queremos otra ciudad! Y, esa ciudad, es posible. Jesús nos habla de una realidad junto al Padre, que nos debe de animar a vivir según El mientras estemos en la tierra.

El peor enemigo de la construcción de esa ciudad eterna (con millones de estancias y con una para cada uno) es la cobardía. No podemos acobardarnos frente aquellos que se instauran como nuevas verdades, como ingeniosos caminos o como “interesadas” maneras de entender o de comprender la vida: vales en cuanto vales.

La Pascua, el paso del Señor por nosotros --entre otras cosas-- ha debido servir para aclararnos el camino que llevamos como cristianos. No seguimos una ideología. No tenemos como referencia a algo muerto: es Jesús a quien seguimos y por el que merece la pena reconducir nuestros caminos, bajarnos de nuestras mentiras y alejarnos de las fábricas de muerte que se levantan en nuestra sociedad.

3.- ¡Queremos otra ciudad! No es cuestión de poner cimientos en el cielo, ni de pensar en el cómo subir paredes de ladrillo en la ciudad eterna. Hoy, aquí y ahora, nos toca dejarnos llevar y dirigir por ese Maestro que nos propone un camino para llevarnos a Dios, que es la VERDAD que ilumina todo, que nos recuerda que, cuando ahondamos en El, hay un gran surtidor de VIDA para la de hoy y para la que nos espera el día de mañana.

¡Queremos otra ciudad! Demos gracias a Jesús, en este tiempo de la Pascua, porque El nos ayuda a dar el valor equilibrado a cada cosa. A no clavarnos ni dejarnos manipular por la ansiedad que produce el hedonismo y ese bienestar que santifica y endiosa el mundo. Jesús, como hombre comprometido con la causa del hombre, pero como ciudadano del cielo, nos invita a diseñar esa morada, esa habitación que Dios nos tiene preparada en la ciudad eterna.

¿Sabéis cual es la gran comodidad de esa estancia? ¿Sabéis cual es el artículo de lujo del apartamento eterno? Simplemente que está amueblado de DIOS y con DIOS. Y, ante eso, no cabe sino pensar en disfrutarla teniéndole como el mejor compañero. Y ahora como otras veces permitirme que os lea la siguiente oración:

YO QUIERO, SEÑOR, UNA ESTANCIA DEL CIELO

Si me preguntas cómo abrirla, lo haré con la llave del camino que emprendí en la tierra, creyendo y esperando en Ti

Si me preguntas cómo cruzarla, daré el primer paso con la verdad que descubrí en tu Palabra mientras viví aquí abajo

Si me preguntas cómo vivir en ella, lo intentaré llevar a cabo con las sensaciones de vida que el Espíritu marcó en lo más hondo de mis entrañas.

Quiero, Señor, que me reserves una estancia en la eternidad:

-Donde pueda descansar de las sacudidas que recibí injusta o justamente

-Donde pueda dormir sin miedo a sobresaltos

-Donde pueda despertar con un Padre que me habla cada mañana

-Donde pueda abrir la ventana y contemplar a hombres y mujeres, santos y apóstoles, que creyeron y murieron pensando en ese horizonte

-Donde pueda brincar a la azotea y contemplar, emocionado y absorto, la gran familia de la Trinidad que vive e irradia amor

-Donde pueda salir al corredor celeste, y vea a una Madre que compartió muchos momentos de la cruz en mis pruebas

YO QUIERO, SEÑOR, UNA ESTANCIA DEL CIELO

Haz que cuando me presente en el recibidor, Señor, me encuentres con el calzado desgastado de tanto haber andado por tu CAMINO; con mis labios limpios por vivir según tu VERDAD; con mi mente lúcida y serena por ir al encuentro de tu VIDA.

Amén.