Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

San Mateo 11, 25-30: El Sagrado Corazón de Jesús

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

Celebramos una de las fiestas más entrañables y populares de nuestro calendario cristiano: el Sagrado Corazón de Jesús.

1.- Hoy, en este viernes siguiente al Corpus Christi, irrumpe de nuevo y con especial fuerza las entrañas de Jesús: su voluntad, su esencia, su poder, su pensamiento, su sensibilidad. ¡Cuántas cosas! ¡Pero cuántas, reflejan y simbolizan el Corazón de Jesús!

Todo lo que hizo Jesús nos conmueve, nos atrae y es objeto de admiración:

- Sus pies nos recuerdan los caminos emprendidos para encontrarse con el hombre…

- Sus ojos, entre otras cosas, nos seducen cuando nos miran con amor y hasta con persuasión: “sígueme”

- Sus lágrimas nos recuerdan nuestras traiciones, negaciones y deserciones….

- Sus manos, nos traen instantes de bendición y de entrega, montes de cruz y de pasión, lagos y llanuras de pan multiplicado y de fraternidad….

Pero ¿y su corazón? Su corazón es mucho más. Su corazón nos dice muchísimo más. Es la imagen más divina, la más certera y límpida, de lo que Jesús fue y pretendió: amor que se partía, amor que obedecía, amor que se humillaba, amor dado hasta la saciedad.

2.- La festividad del Corazón de Jesús nos lleva inmediatamente al encuentro con Dios. El sístole y el diástole de Jesucristo fue el cumplir la voluntad de Dios y hacerla visible a los hombres. Y, por ello mismo, entrar en el Corazón de Jesús es adentrarse en el Misterio de la Trinidad; es ponerse en las manos de Dios; es saber que, Dios, habita y actúa en Cristo.

El Corazón de Jesús es el corazón de Dios que ama. El Corazón de Jesús es un camino que nos lleva al encuentro con el Padre. El Corazón de Jesús nos empuja a amar con locura a Aquel que tanto El amó: Dios.

¿Seremos capaces de ver el secreto de la vida del Corazón de Cristo? ¿No nos estaremos quedando en el simple concepto de “corazón” cuando, el de Jesús esconde, lleva y nos atrae con una fuerza poderosa y penetrada por el Misterio?

¿Seremos valientes de meternos de lleno en el Corazón de Jesús y saber cómo son sus sentimientos para intentar que los nuestros vayan al mismo compás que los suyos?

3.- Decir “Corazón de Jesús en Ti confío” es saber que, Jesús, nos lleva hacia el Padre. Es comprender que sus miradas, afectos, deseos, pasión y vida, estuvieron totalmente capitalizadas y orientadas desde Dios.

Decir “Corazón de Jesús en Ti confío” es aproximarse a una fuente de la que brota algo, tan esencial como escaso en nuestro mundo y en las personas: amor desbordante. ¿De dónde viene? De Dios ¿Por qué brota? ¡Por amor! ¿Para quién? ¡Para el hombre!

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. El viejo adagio “amor con amor se paga” cobra actualidad en este día. Contribuyamos con amor, el inmenso amor que el Corazón de Cristo nos entrega. Y, a la vez, le pidamos que nuestro latir sea el suyo, que nuestro vivir sea el suyo, que nuestro querer y voluntad sean las suyas. No podemos decir “Corazón de Jesús en Ti confío” y, a continuación, perder la paciencia cuando no hay proporción entre esfuerzo y cosecha o entre oración y respuesta.

4.- En cuántos momentos preguntamos a los niños: Tú, ¿a quién quieres parecerte? Hoy, también a nosotros, pequeños en definitiva también, el Señor nos pregunta: ¿Quieres tener los mismos sentimientos de mi corazón? ¿Quieres amar como yo amo? ¿Quieres tener y descubrir a Dios como yo lo he descubierto y quiero? ¿Quieres obedecer aunque te cueste? ¿Quieres entregarte con ganas o sin ellas? ¿Quieres perdonar aunque te parezca que pierdas? ¿Quieres…quieres…quieres? Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. ¿Es nuestro corazón de Jesús o de otros señores?

5- ¿CÓMO SOY CAPAZ, SEÑOR?

¿De no amarte cuando Tú, tanto me amas?

¿Qué sientes, Corazón de Jesús,

cuando el amor no es amado;

cuando el amor no es correspondido:

cuando el amor es rechazado;

cuando tanto amor divino es ridiculizado?

 

Corazón de Jesús:

Lleno de aquello que en el mundo no se tropieza

Respuesta ante el interrogante que nunca el hombre se hace

Mano que, en el surco de cada jornada,

se hace necesaria e imprescindible.

¡Dínos, Señor! ¿Qué se siente?

Cuando ofreces y el hombre mira hacia otro lado

Cuando eres Rey, y nosotros nos apresuramos

a cabalgar y escapar en carrozas y cortejos reales

que no van ni llegan a ninguna parte

Cuando abres tu Corazón y, ante el tesoro que él encierra,

preferimos la ceniza o la polilla

a la que quedarán reducidos nuestros capitales

 

¡Respóndenos, Corazón de Cristo!

¿Qué sientes cuando tanto regalo jamás es abierto?

¿A dónde miras cuando el hombre a Ti no mira?

¿Cómo haces para amar, ante tanta indiferencia?

¿En qué piensas, cuando nuestros pensamientos

son tan superficiales e interesados?

Sí, mi Señor:

¡Cómo he sido capaz!

¡Cómo somos capaces!

De no decirte “gracias” por tantos bienes

De llenarme de el agua de un pequeño estanque,

cuando Tú eres la fuente de un agua viva e inagotable

De haberte ofrecido un amor superficial,

débil, inconstante, vacío, raquítico y frío.

 

Señor, ahora entiendo todo.

Sé que, ante Ti, jamás triunfará el odio ni la mentira

Se que, nuestras deslealtades y desamores,

Jamás serán más grandes que tu fidelidad y promesas

Se que, tu corazón, sólo sabe hacer eso: amar

Se que, en tu corazón, vibra, se mueve, habita,

brota, emerge, triunfa, se desborda y se regala

el amor de Dios que viene de Ti, lleva a Ti y al Padre.

Amén.