XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 11, 25-30: Cuando el verano produce cansancio

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

“Por tantas cosas, como me has dado en la vida, quiero decirte: ¡gracias, Señor!”

Es un canto que resume y expresa perfectamente, en este domingo,el sentimiento más profundo de Jesús hacia Dios: ¡Gracias!

-Por la sencillez que facilita una acogida a Dios

-Por las inteligencias que quedan confundidas

-Por lo oculto que se hace visible y se revela en las personas que saben vivir con transparencia su vida

El verano, además de un quemazón, puede arrastrarnos al cansancio y hastío de las cosas, e incluso, de aquellos que nos rodean. Por ello mismo, el Evangelio de este domingo, nos invita –tomando prestadas las palabras de Jesús- a volvernos a ese Dios transmitiéndole nuestra gratitud por tanto bueno y noble que pone a nuestro lado.

-Por verle en los acontecimientos (sean de éxito o de fracaso) que vivimos cada día

-Por sentirle cercano en la medida que sabemos desnudar la mente y el corazón de tanto prejuicio que enturbian nuestra fidelidad y nuestro seguimiento a El.

2.- Estos meses de verano, además del conocimiento de los lugares donde veraneamos, nos deben aportar una sensibilidad hacia Dios. Una puesta o un amanecer de sol, la espesura de un paisaje, una familia cosida en una misma conversación, caminar junto al mar acariciados por las olas, una noche estrellada etc., se pueden convertir en lecturas personales de la presencia de un Dios que nos acompaña. En una comunicación de Dios con el hombre y del hombre con el mismo Dios.

Cuando el verano nos agobia y nos deshidrata, el evangelio de este día, nos da esa frescura de paz y de serenidad que tal difícil nos resulta comprar allá donde nos encontramos.

El cara a cara con Dios, el silencio, la contemplación, la comunión con El, son caminos indispensables para lograr ese estado de descanso o de sosiego espiritual que el evangelio de hoy propone.

Señor;

Aunque no sea sencillo, hazme descubrir tu grandeza

Aunque no sea entendido, hazme comprender tu presencia

Aunque no te conozca, que no sea yo para Ti un desconocido

Aunque mi vida sea un impermeable, no dejes nunca de revelarte

Aunque me parezca duro, dame fuerza para llevar el yugo de cada día

Aunque no te encuentre, guíame para poder descansar en Ti

Amén