Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

San Lucas 1, 39, 56: ¡Se lo merece!

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- No sé qué tienen, hermanos y amigos, las fiestas de María. Pero, cada vez que celebro una de ellas, espontáneamente surge en mi interior la siguiente exclamación: ¡Todo se lo merece! ¡Te lo mereces María! ¡Nadie, como Ella, se lo merece!

*No eres Pedro; pero tuviste las llaves del corazón de Cristo

*No fuiste Pablo; pero a lo largo y ancho del mundo, sigues hablando a los hombres que buscan y quieren conocer a Cristo

*No llegaste como Santiago hasta los confines de la tierra; pero –a mitad de su camino- le ayudaste y le alentaste para que siguiera adelante en el anuncio del Reino de tu Hijo.

¡Qué tienes María para que, Dios, te reservase para El desde el día de Nazaret y, para que al final de tu vida, Dios, te llevase en cuerpo y alma a los cielos! ¡Qué tienes, María!

2.- Hoy, en la fiesta de la Asunción de la Virgen, miles de pueblos y de ciudades de todo el mundo estallan en un cántico de alabanza a María: ¡Nadie, como Ella, supo cumplir la voluntad de Dios!

Y, por eso mismo, columnas con su efigie en las plazas más famosas del mundo. Ermitas escondidas o catedrales que rompen con sus agujas el azul del cielo, nos hablan del esplendor y de la sencillez, de la verdad y del amor, de la alegría y de la valentía de una mujer que, con pocas palabras, pero con una gran vida, supo hechizar, enamorar y embobar al mismo Dios.

¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es un triunfo bien merecido!

¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es el premio a tanta locura de amor!

¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es anuncio, preludio de lo que, si nosotros cumplimos, a

 nosotros nos espera!

¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es el abrazo con el Dios Trinitario!

¡Felicidades, María! ¡Tu Asunción es la placa, la honra, el homenaje que santos y ángeles, hombres y mujeres de toda condición, consagrados y laicos- con Dios y la Iglesia a la cabeza, ofrecen y festejan!

3.- Y es que, la que dio tanto amor –desde Nazaret, pasando por Belén, escapando a Egipto o permaneciendo al pie de la cruz- no puede perderse en un sepulcro frío o dejarse como buena siembra en el surco de la tierra. La Solemnidad de la Asunción de la Virgen es el tributo y el Misterio que, la Iglesia entera, pueblos hermanados en la misma fe católica, millones de católicos extendidos a lo ancho y largo del mundo, creen y veneran. ¡No hay nadie como Ella! ¡Tiene que estar junto a Dios! ¡Te lo mereces, María!

Gracias, Virgen María. ¿Quién eres Tú para que, en este día, seas encumbrada en las manos de los ángeles y presentada ante el mismo Dios? ¡No me respondas! ¡Sé muy bien quién eres, porque te vas y cómo te vas! ¡La esclava del mismo Dios! ¡El cielo te espera y…en el cielo nos aguardas! ¡Feliz ascenso al cielo, María del Señor!

4.- ¡QUIÉN SINO TÚ, VIRGEN MARIA!

Asciendes, y eso no te lo quita nadie,

porque el cielo te espera

por tantas cosas que hiciste por Dios en la tierra

¿Qué se siente, María?

¡Dínos! ¡Qué se siente!

Cuando, Dios, con ángeles e himnos celestes

te llama para mirarle frente a frente

para decirte: ¡Qué hermosa eres, María!

¡QUIEN SINO TÚ, MARIA!

Fuiste apoyo en nuestra fe

Fuiste SI, silencioso pero limpio en Nazaret

Fuiste amor dando al AMOR en Belén

Fuiste entrega y servicio,

delicadeza y constancia,

oración y entrega

¡QUIÉN SINO TÚ, MARIA, FUISTE TODO ESTO!

Y, Dios, que no permite

que ninguno de los suyos se pierda

menos, todavía, permitirá que tu cuerpo, María,

roce como lo hace la tierra con el grano de trigo.

Tus pies pisarán la Morada Santa

Tus labios seguirán cantando y proclamando

un cántico de alabanza a Dios

Tu corazón, una y otra vez,

como lo hiciste tantas veces entre nosotros

seguirá estando enamorado

de Aquel que, en Ti, se encarnó.

¡QUIÉN SINO TÚ, MARIA!

Tú, al subir al cielo,

dejas huellas para que nosotros, tus hijos,

no nos perdamos en los pequeños infiernos.

Tú, al ascender victoriosa,

nos indicas los peldaños para que, los que creemos,

vayamos un día, tarde o temprano,

a tu encuentro.

¡Gracías, María!

¡Gracias, Dios, por llevarte a María!

¡Feliz encuentro, Virgen María, con el Padre!

Amén