Fiesta. La Exaltación de la Santa Cruz

San Juan 3, 13-17: ¡Viva la Cruzi

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- No estamos acostumbrados a escuchar, cantar o decir un “viva la cruz”. Y, en cambio, si hay algo que nos ha traído vida, futuro, eternidad y redención total, fue precisamente el valor de la cruz.

*Dios, en la noche de Belén, quiso dejar el cielo y hacerse humanidad en la tierra.

*Dios, en la hora nona en el Calvario, quiso derramarse en sangre de amor sobre la tierra.

*En la cruz y en la noche de Belén, convergen un mismo deseo de Dios: todo por el

hombre.

2.- Con razón, en este domingo, la Iglesia venera y se vuelve hacia la cruz. Cuando en muchos lugares tienen lugar las labores de la vendimia, la cruz, es para los cristianos esa vid que, al exprimirse, nos da el vino de una entrega fecunda, sacrificada: el buen vino de la Redención del hombre. ¿Somos conscientes de ello? ¿Qué hemos hecho de la cruz? ¿Un adorno o un estilo de vida? ¿Una gran lección o algo estéticamente bello? ¿Un modelo de referencia para encarar la vida o algo que ya no significa nada?

¡Viva la Cruz! Esos dos maderos, que cruzados entre si, pretenden abrazar al hombre para siempre en un abrazo iniciativa de Dios.

¡Viva la Cruz! Esos dos maderos que, cuando uno los mira sin fe, es escándalo, demasiado, un sin sentido, una locura

¡Viva la Cruz! Esos dos maderos que, cuando uno los mira, sabe que Alguien nació, creció y sufrió para elevar a la humanidad a las mismas cumbres de los cielos.

3.- Si Dios, que es bueno, ha querido humillarse naciendo pobre en Belén; si Dios, que es grande, ha querido humillarse en una cruz, será por algo. El rostro de Dios es el amor. La cruz es la prueba suprema, el no va más, de lo mucho que Dios nos ama. Esa es la sabiduría, el tesoro, la razón de ser, lo que sostiene desde hace casi 2000 años en pie la Santa Cruz. Sólo así, desde ese pensamiento: Dios lo ha hecho por mí, podemos gritar un ¡Viva la Cruz del Señor!

Hoy exaltamos este gran símbolo de nuestra fe cristiana porque, entre otras cosas, detrás de la puerta de la muerte, se encuentra la antesala de la vida. Hoy exaltamos la cruz porque, ella, sostiene un cuerpo que nos trae libertad, afán de superación, fe, esperanza y ganas de resucitar. La cruz nos recupera, nos rescata… ¡nos redime!

Hoy exaltamos la cruz porque, cuando las cosas se nos presentan en contra, sabemos que –cumplir la voluntad de Dios y ver a Dios en todo- nos hace esperar un mañana más feliz, una mañana de resurrección, un amanecer con respuestas.

Hoy exaltamos la cruz porque, entre otras cosas, los cristianos sabemos que, el amor de Dios, ha sido roturado, sacrificado, molido por el hombre en beneficio del propio hombre. Tal vez nunca lleguemos a entender en toda su profundidad el Misterio que ello abarca. Hagamos una oración: Dios lo ha hecho por mí. Dios se ha dejado clavar por mí. ¿No nos sugiere esto fe, conformidad, emoción, agradecimiento y no despierta muchos sentimientos de fe hacia Cristo?

¡Viva la Cruz! Y ¡cómo no! ¡El fruto de la cruz! En ella Dios nos levanta, como al tercer día, levantó a Jesús de la muerte. A veces, Dios, nos levanta sobre el madero, pero otras tantas, Dios, de igual manera, Dios nos levanta de esas situaciones de amargura, de pena y de tristeza.

4.- Si al Señor, siendo Señor, no le fue ahorrado el sufrimiento, algo de bueno tiene que tener la cruz cuando, Dios, permitió que su único Hijo subiera al madero.

En Belén, Dios, se hizo amor entre un pesebre de madera. En el Calvario, Dios, se deshizo en amor en dos trozos de madera en forma de Cruz. ¿Aprenderemos esta lección para nosotros mismos y en generosidad hacia los demás?

Con San Pablo, en este Año Paulino, decimos: Estoy seguro de que nada ni nadie "podrá separarnos del amor de Dios que se nos ha manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro"

¡Viva la Cruz!

5.- A LA CRUZ

Te exaltamos, oh cruz santa y buena,

porque desde ti el mundo se ve pequeño

y desde aquí, el madero, se nos hace duro.

Porque, reconocemos,

que preferimos el bien sin sufrimiento

y, que nunca nos levanten,

como estandarte que se desangre escarnecidamente,

Si; ¡oh Cruz!

 

Te bendecimos, te alabamos,

te adoramos, te cantamos,

en tu honor elevamos mil plegarias

porque, de ti, surgió el fruto de la Redención

Porque, en Ti, gimió el Niño que vino en silencio

Porque, en Ti, siete palabras, apenas siete,

Pronunció aquel que, en Belén, sólo era amor.

Te exaltamos, Cruz verdadera y fuerte

Porque en Ti, el amor, habla sin fisuras

Porque en Ti, el amor, ya no esconde nada

Porque en Ti, el amor, dice su última palabra:

No puedo hacer más

Ya no hay más

Todo se ha cumplido

 

¿Por qué me has abandonado?

Sí; ¡oh Cruz Victoriosa!

Que, en aparente derrota,

entregas a la muerte y acoges

al que tanto, hoy siempre, tanto perdona

Que, disparándote hacia el cielo,

nos recuerdas que el amor, cuanto más se entrega,

más produce a Dios más agrada.

Te exaltamos, oh Cruz,

porque Dios, bajando pobre en Belén,

sube también despojado y desnudo a un madero

Te exaltamos, oh Cruz,

porque, en la hora incierta,

sabemos que Dios nos acompaña

desde el silencio y con mano providente.

¡Oh Cruz! ¡Exaltamos y pregonamos tu belleza!

Amén.