XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 21, 33-43: ¿Lo intentamos de nuevo?

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

Nuevo curso y, por lo tanto, en muchas parroquias, colegios e instituciones eclesiales, motivos para la esperanza y para seguir ahondando en nuestras raíces y vida cristiana.

1.- Enviaremos, una y otra vez sin descanso, mensajes que inciten a la vida, a la conversión, al respeto y a la alegría. No lo haremos movidos por simple altruismo o valores efímeros: lo realizaremos en nombre de Aquel que tanto nos quiere y tanto nos ama: Dios. Lo celebraremos entonando cánticos de alabanza, domingo tras domingo o, lo meditaremos, desde esa Palabra que nos invita, en este Año Jubilar Paulino, a poner en danza, en movimiento, en práctica lo que hemos aprendido, recibido y oído.

¿Que algunos intentarán matar esta esperanza? ¡No importa! Dios seguirá, desde su opción por el hombre, empeñado en enviarnos a su Hijo que, en el altar, se ofrece por nuestra salvación. Nunca nos faltará la iniciativa de Dios. Nunca, aunque nos pueda parecer lo contrario, dejará de llover desde el cielo gotas de Gracia que nos hagan producir, no los frutos corruptos que el mundo impone, gesta, ambiciona o desea, sino aquellos que Dios espera de una vida cristiana viva y no arrasada.

2.- El Señor, en su nombre, nos envía a su viña, no para recoger frutos pero sí, entre otras cosas, para sembrar; para intentarlo de nuevo. Unos, como catequistas –y a pesar de muchas dificultades- daremos, desde la palabra y con el testimonio, razón de nuestra fe. La viña del Señor serán esos niños y jóvenes que queremos den frutos con el color y el gusto del cristianismo

Otros, como sacerdotes, animaremos a nuestras comunidades. Rezaremos y celebraremos con ellas la presencia real y misteriosa de Cristo en la Eucaristía. En su nombre, una y otra vez, llamaremos a la conversión personal y comunitaria por el Sacramento de la Penitencia, etc.

Otros más, como religiosos/as, seguiréis echando las redes en lo aparentemente vacío y duro. Vuestra vida consagrada, una vez más, será exponente de vuestra misión y de vuestra confianza en Dios.

Sí, amigos; ¡hay que intentarlo de nuevo! Nadie puede matar el tesoro de la fe que llevamos en vasijas de barro. Nada puede detenernos en el afán de manifestar, por activa y por pasiva, que Jesucristo sigue siendo la mejor herencia, el gran amigo, la piedra sobra la cual podemos construir un mundo, una familia, unas relaciones basadas en el amor, en el perdón o en la fraternidad. ¿Que es utopía? ¿Que son bonitas frases sin final feliz? Hemos de intentarlo.

3.- Como criados del Señor nos queda el consuelo de que El nos dará la fuerza para enfrentarnos a los sinsabores y dinamitar los corazones gélidos. Como criados, intrépidos y constantes, seguiremos esperando y luchando contra toda desesperanza. No veremos los frutos pero, el Señor, nos dice que hay que seguir trabajando, rezando, creando, imaginando para que su viña, lejos de morir, reverdezca por sus cuatro costados.

Como hijos suyos, preferidos, amados e injertados por el Bautismo a la suerte de Cristo, daremos lo mejor de nosotros mismos. No nos importan las resistencias, las incomprensiones, las zancadillas. Entre otras cosas porque, cuando uno mira a la cruz, sabe que Aquel que está colgado en ella, lo pasó muchísimo peor que nosotros en su desvelo por anunciar ese Reino de Dios.

Amigos; intentémoslo de nuevo. Vayamos a la viña del Señor. No nos perdamos la Eucaristía dominical. Acerquémonos a una buena confesión. Ejercitemos el bien. Cojamos gusto por la oración personal y busquemos una iglesia abierta en la cual estar a solas con el que tanto nos ama.

Dios espera mucho de nosotros ¿Nos damos cuenta de ello? ¡Cuánto y bueno debe de existir en nuestro interior cuando, Dios, sale una y otra vez, a nuestro encuentro!

4.- ¡MÁNDAME, SEÑOR!

A tu viña, que es tu pueblo,

donde, las yemas de sus sarmientos

sean la paz y el amor que Tú nos traes

A tu viña, que son los hombres, Señor

y los frutos de sus palabras

sean la verdad y la sinceridad

A tu viña, que son las mujeres, Señor

y la consecuencia de sus actitudes

sean la esperanza y la confianza en Ti

A tu viña, que son los jóvenes, Señor

y, así, sus ideales y sueños

no sean obstáculo

para que te acojan, esperen y crean en Ti.

A tu viña, que son los niños, Señor

para que, cuando buscan y crecen

sonríen y juegan

duermen o se entretienen

aprendan amarte y rezarte con todo su corazón

A tu viña, que son los ancianos, Señor

y, los frutos de su experiencia,

sean una acción de gracias:

por lo mucho que les has dado

por la fuerza que, en la prueba, les ofreciste

por la sabiduría que, en su existencia,

hiciste nacer en sus decisiones y trabajos.

¡MANDAME, SEÑOR!

A tu viña, aunque me sienta sólo

A tu viña, aun a riesgo de ser apedreado

A tu viña, a pesar de no ser comprendido

A tu viña, aunque no me acompañe el éxito

A tu viña, aunque sea rechazado

¡MANDAME, SEÑOR!

Porque, entre otras cosas y muchas más,

sé que Tú me acompañas y vienes conmigo

Amén