XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 22, 34-40: Misioneros: Pan partido para el mundo

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Amar a Dios, con toda nuestra alma y con todo nuestro ser, tendría que suponer, en esta jornada misionera, potenciar los mismos sentimientos con los que tantos miles de misioneros/as se han sentido empujados para dejar, tierra y familia llevando el amor de Dios a tantos rincones conocidos o perdidos de la tierra.

El pan partido para el mundo, Jesús, se siembra, se siega, se cuece y se ofrece con el testimonio y la valentía, la audacia y el desprendimiento de hombres y de mujeres que –lejos de esa espiral de egoísmo que nos invade- salen de sí mismos multiplicándose en pan material y espiritual especialmente en las zonas más desfavorecidas de nuestro planeta.

¿Os habéis parado a pensar qué es lo primero que preguntan a un misionero cuando llega a su misión? ¿Os habéis detenido a pensar que es lo qué nos preguntan a los que estamos en la zona de la opulencia y del bienestar?

A los primeros les dicen: ¿qué nos traen?, ¿por qué Dios nos ama?, ¿quién es Dios?, ¿es verdad que somos hermanos?

A los segundos, por el contrario, nos desconciertan frases como las siguientes: ¿por qué siempre dicen Vds. lo mismo?, ¿por qué no son más breves sus homilías?, ¿es necesario ir a misa para hacer la primera comunión?, ¿por qué tenemos que enviar a nuestros hijos a la catequesis?

Son los contrastes de los que tienen hambre de Dios con aquellos otros que están cansados porque, ni tan siquiera, se han molestado en conocerle aunque sean sus hijos por el Bautismo. En unos la fe llega como novedad, en otros, se transmite más como derecho que como regalo de Dios.

 

2.- La Jornada Misionera del Domund tiene esa vertiente solidaria hacia tantos países que conocen a Jesucristo pero que necesitan de nuestra ayuda espiritual y económica. Hacia aquellos otros países que ni tan siquiera han oído pronunciar el nombre de Jesús. Hoy, también, pensamos en aquellos otros donde con frecuencia, Jesucristo, ha quedado relegado a un fenómeno cultural, a una referencia o reflexión histórica pero sin consecuencias prácticas a la hora de la verdad.

Estamos a punto de iniciar el V Centenario del nacimiento de San Francisco Javier (patrón de las misiones junto con Santa Teresita del Niño Jesús). ¿Qué diría hoy este Santo si volviese a la tierra que le vio nacer y contemplase cristianos que viven como si no lo fueran? ¿Qué reacción tendría si viese que la vida cristiana no está formada ni formulada en muchas personas, porque son incapaces de retener o de aprender unas oraciones?

Posiblemente, San Francisco Javier, inventaría otra jornada mundial para recuperar a los cristianos que han quedado fríos por el camino. Llamaría, de puerta en puerta, despertando el entusiasmo por la persona de Jesucristo.

 

3.- Hoy, en esta Jornada Mundial de la Propagación de la Fe, no nos podemos centrar solamente en aquellos continentes donde tradicionalmente se ha focalizado esta jornada. Hoy, en Europa y en aquellas sociedades asentadas económicamente, Dios ha pasado a ser, en muchos casos, un nombre anónimo, indiferente e invisible en el corazón para muchos ciudadanos, la iglesia un ente desconocido cuando no lapidado o desprestigiado, Jesucristo un personaje histórico y la fe algo del pasado.

¿Qué es amar a Dios sobre todas las cosas? Es querer que en nuestra familia y en nuestra sociedad esté presente como un punto de referencia y motor en el vivir de muchas personas.