XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 25, 14-15.19-21: Hombres y mujeres que se mojan

Autor: Padre Javier Leoz

 

1.- La pereza, el egoísmo, la sutileza o los celos, logran condicionar, encerrar, malgastar y ahogar lo mejor de nosotros mismos. ¿Qué es lo que realizamos por nuestra parroquia? ¿Qué esfuerzo evangelizador invertimos en nuestra familia? A menudo enterramos, por no decir ocultamos, la grandeza de la fe y de nuestra vida cristiana en el trabajo, en los amigos o en el ambiente donde nos encontramos.

Jesús, entre otras cosas, nos viene a decir que su reino necesita de cada uno de nosotros. De todo ese potencial creativo y espiritual, que llevamos en lo más hondo de nuestras entrañas desde la horaen que recibimos el bautismo.

Lejos de ser unos aprovechados, o unos oportunistas, no hemos de dejar escapar ocasión para volcarnos en el mundo con aquellos criterios que Jesús nos sugiere para una vida digna, honrada y justa.

2.- Miles de católicos, millones, hemos recibido talentos, actitudes, habilidades, impulsos que serían el no va más, si los pusiéramos al servicio de Dios y de su iglesia. No resulta fácil encontrar, hombres y mujeres exhaustos, invirtiendo tiempo y dinero para que Dios sea conocido y alabado en diversos lugares y, por el contrario, no resulta difícil dar con personas que han situado su forma de ver, de trabajar y de sentir la fe entre cuatro cómodas paredes.

Los talentos, también hoy, son más necesarios cuanto más peligro existe en una sociedad que eleva al podium a muchos des-talentadosconvirtiéndolos en ídolos o en modelos de referencia para la juventud, la política, la economía, etc.

Los talentos, en la vida activa de un cristiano, se traducen en una interpelación seria para los que nos decimos creer y seguir a Jesús: ¿Hacemos lo que debemos? ¿Deberíamos comprometernos un poco más? ¿Dejamos pasar ocasiones para proponer nuestra forma de entender el mundo y el hombre, por vergüenza, pereza, comodidad o miedo a la crítica?

Pronto llega el Adviento. Necesitamos una caricia de Dios. El mundo, capitalista y liberal, nos invita a atesorar, a guardar u –otras veces- a gastar en lo que arruina bolsillos y desestabiliza los corazones. Dios, por el contrario, nos enseña y nos invita a invertir hacia dentro, en ese gran banco de sentimientos y de vida interior, donde el Señor habla, corrige, dirige, aconseja e ilumina.

3.- Hoy, en este domingo, debiéramos de hacer un elogio a tantas personas que, lejos de esconder su fe y su pertenencia a la comunidad eclesial, la viven, la defienden y se mojanpara que Dios, lejos de ser silenciado en el rincón del olvido, pueda ser celebrado y descubierto antes que enterrado por los que teniendo mucho, en cierta forma, persiguenlos mínimos para los demás y los máximos para ellos.

No es cuestión pues, de prepararnos a bien morir, cuanto de una llamada a bien vivir. Estamos en noviembre, mes dedicado a la oración por nuestros difuntos. Que lejos de obsesionarnos por la muerte (y sin olvidarla) nos dediquemos a transformar con los valores del evangelio nuestra propia vida.

Entre la partida de Jesús y su segunda venida existe un momento apasionante en el que intervenimos nosotros con nuestra valentía, vigilancia activa y enemigos de la simple rutina o alejados de la comodidad.