II Domingo de Adviento, Ciclo B

San Marcos 1, 1-8: ¡Preparad el camino al Señor!

Autor: Padre Javier Leoz

 

Hoy, San Juan Bautista, y mañana la Virgen, en su Inmaculada Concepción, se convierten en dos mensajeros que nos anuncian la llegada del Señor. De lo siente el corazón, debe de hablar a rebosar nuestra boca. Y hoy, el corazón, nos dice que –toda una vida- es una oportunidad para preparar la venida del Señor.

1.- Como Juan; enamorado de la causa del Señor y volcado de lleno en su venida. Sabedor que, muchos le apuntaban como el GRAN PROFETA y, él, erre que erre, advirtiendo a diestra y siniestra que, no era él, que solamente era un mensajero, un pregonero pero que, el contenido estaba encarnado y llamado a llegar en el momento inminente.

No nos podemos distraer. Es difícil mantener la tensión de “llega el Señor” “viene el Señor”. Entre otras cosas porque corremos el peligro de caer en la rutina, en la repetición de gestos, en la abundancia de palabras pero sin sentimiento.

Este domingo nos invita a expresar nuestro deseo de salir bien dispuestos al encuentro del Señor que viene. Las Navidades se comienzan a preparar con bastante antelación y no solamente en el aspecto material; es más fácil decorar una mesa, que llenar de sentimientos cristianos el corazón; resulta menos comprometido brindar con una copa, que compartir toda una vida con los más necesitados; está tirado –como dicen los niños- iluminar las plazas y avenidas de las ciudades o pueblos, pero no lo es tanto poner la luz de la fe en lo que hacemos, somos y decimos.

2.- Preparar el camino al Señor implica algunos interrogantes ante la próxima Navidad.

• ¿Cómo está nuestra comunión con Dios? Una buena confesión puede significar el no resignarnos a cabalar con kilos y kilos de defectos, imperfecciones o mediocridades. Una palabra oportuna del sacerdote que nos escucha o nos atiende, nos puede poner en dirección a Belén. ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos en paz con Dios a través del Sacramento de la Penitencia?

• ¿Cómo llevamos nuestra vida cristiana? No podemos cobijarnos bajo el famoso paraguas de “lo importante es ser bueno” Entre otras cosas porque, cuando uno lo es, no hace falta que lo diga: se nota. Y, muchas veces, esas expresiones, son un síntoma de que nuestras relaciones con Dios, con la Iglesia, con la comunidad, etc., no están del todo bien. Ojala que en nuestras familias seamos capaces de impregnar un ambiente con valores cristianos. Entre otras cosas porque, si nosotros no lo llevamos a cabo, nadie lo va hacer.

• ¿Caminamos al encuentro del Señor? ¿Estamos dispuestos a un cambio? Cuando en un hogar nace un niño, renace la alegría por los cuatro costados; se ponen punto habitaciones y, hasta las personas, se llenan de un gozo indescriptible. Que no nos cansemos de esperar a un Dios que, cuando es esperado, se convierte en un motivo de esperanza y de ilusión.

Que Cristo, que viene a nuestro encuentro, despierte en nosotros sensaciones de fe, de optimismo y de no desesperar frente a un mundo en el que, cada día que pasa, tenemos la impresión de que está al borde del precipicio. El Señor, que no nos deja solos, nos dará la fuerza necesaria para hacer frente a las dificultades. ¡Agarrémonos a El!

3.- ¡PREPAREMOS EL CAMINO!

Claro que sí….y, además, dedicado al Señor

Un camino, que es el corazón,

en el que Dios pueda nacer,

crecer, vivir y quedarse para siempre.

Un camino, por el que avanzando,

podamos encontrarnos con el Señor

que viene de frente y que, tan sólo espera,

actitudes de fe y de alegría

de conversión y de acogida

de oración y de entrega.

¿Seremos capaces de construir

ese camino para el Señor?

¿Por qué tantas sendas para los “señores” del mundo

y una, a veces estrecha y mal cuidada, para Dios?

 

¡PREPAREMOS EL CAMINO!

¡Dios se lo merece y, nuestra humanidad, lo necesita!

Viene el Señor y, porque se acerca,

es cuestión de mirar en la dirección adecuada.

Con Juan el Bautista, vivamos en el desierto

Perdámonos en la calma que ofrece la oración

Comprometámonos en un mundo mejor

Ofrezcamos, lo que somos y tenemos,

a un Dios que nos da y nos regala lo que tiene: JESUS

En el Adviento no hay lugar para el pesimismo,

la ansiedad o la angustia…¡tenemos mucho que hacer!

¡Viene el Señor!

¡Vienes Señor!

¡Soy y seré un camino por el que vengas al mundo!

Amén