III Domingo de Adviento, Ciclo B

San Juan 1, 6-8. 19-28: ¿Podemos estar alegres?

Autor: Padre Javier Leoz

 

1.- Cuando nos asomamos a la gran pantalla del mundo, nos vienen imágenes, sensaciones y mensajes desoladores. No están muy bien las cosas. ¿Podemos tener razones para la alegría? ¿Dónde recuperar la esperanza?

La Navidad, lejos del puro sentimentalismo, nos trae una Buena Nueva: Dios viene a compartir nuestra existencia.

*Con alegría, un hombre de negocios, vende más y mejor

*Con alegría, un payaso, cosecha miles de sonrisas y de ilusiones

*Con alegría, un padre de familia, es capaz de cambiar el enojo de un hijo

*Con alegría, un sacerdote, puede arrastrar a toda una comunidad.

*Con alegría, y sin necesidad de más, un cristiano puede vivir y hacer vivir la

Navidad

2.- ¿Qué es la alegría? La alegría es esa muralla contra la que tropieza y se hace añicos esa gran lista de calamidades y de malos acontecimientos que nos rodean. El adviento, y hay que reconocerlo, no nos aportará soluciones ni, de repente, hará que desaparezcan nuestros problemas. Pero, el adviento, nos indica el camino que hemos de seguir para que el desazón no sea mayor que nuestra capacidad para hacer frente a esa red de complicaciones que atrapa nuestra vida.

¿Dónde está entonces la respuesta? Ni más ni menos que en Dios. En Jesús. En el Nacimiento de Dios Niño en Belén.

3.- En este Año Paulino, la segunda lectura de la liturgia de hoy, San Pablo nos invita a la alegría. Parece como si, el Apóstol de los Gentiles, nos gastase una broma ¿Estar alegres? ¿Por? ¿Para? ¿Para quién? ¿Por qué? Son interrogantes a los cuales tenemos derecho y que, en gran parte, son fruto de muchas situaciones que vivimos, nos preocupan y eclipsan demasiado nuestra felicidad. Pero lo cierto es que las grandes crisis, y también las grandes contrariedades, se llevan mejor con un poco de amor y hasta con un poco de humor. Y, en el adviento, la alegría la tenemos llamando a nuestra puerta: ¡UN NIÑO NOS VA A NACER!

Es el momento adecuado para ponernos en marcha y no perder la esperanza. Cuando colocamos nuestro centro en Dios, El, siempre nos da la respuesta apropiada a la incertidumbre, la luz en la oscuridad y el júbilo frente a la tristeza.

Dios no nos proporciona recetas mágicas de cara a conseguir unas sonrisas “profidén” o fingidas. Es bueno que, nuestra alegría, sea sincera. Fruto de nuestra vivencia interior De nuestro encuentro personal con Cristo.

¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Qué significa en nuestros comportamientos y en nuestras familias? Porque, dependiendo de nuestras respuestas a estas preguntas, es cuando tendremos más o menos posibilidades de alcanzar o reconquistar una alegría duradera para nuestra vida.

4.- Un arquitecto diseño un gran edificio con varias alturas. Llegó el momento de la venta y según iban llegando los propietarios de las viviendas, éstos, se dieron cuenta que el edificio se agrietaba por los cuatro costados. Era una impresionante construcción, con toda clase de comodidades y recursos técnicos. Los inquilinos, por el contrario, siempre estaban tristes, nerviosos, con ansiedad y con la preocupación constante de que todo se viniera abajo.

Pongamos a Dios como fundamento y pilar de nuestra vida y, entonces, no solamente viviremos con paz sino con una vida alegre y agradecida.

¿Que tenemos muchas experiencias amargas, encontronazos, dificultades, ansiedad, problemas y mil historias? ¿Y por eso vamos a perder la alegría?

Viene el Señor, El nos la dará con creces

5.- ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Entre otras cosas, porque sé, Señor

que Tú llegas por mí y para mí.

Porque ves el vacío que existe en el hombre

si Tú no estás dentro.

¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Porque soy consciente, Señor,

que la llegada de un amigo

altera la vida de una familia

el orden al que estamos acostumbrados

¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Porque, ante las calamidades, Señor

no es bueno acobardarse

no es sensato reprimirse

no es cristiano acomplejarse:

hay que sonreír, incluso, en la aflicción

¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Alegre por tu llegada, Señor

Alegre por tu Nacimiento, Señor

Alegre porque, Tú, me das la fuerza

Alegre porque vienes a levantarme

Alegre porque mi ALEGRIA eres Tú

Alegre porque mi ILUSION eres Tú

¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Porque al final de la oscuridad brillas Tú, Señor

Porque en los problemas socorre tu mano, Señor

Porque en las dudas, envías certezas

Porque en la soledad, eres eterna compañía

Porque vienes, y si vienes, es para estar conmigo

¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Porque, sin alegría, algo faltará en mi corazón

Porque, sin alegría, puede que pases de largo, Señor,

Porque, sin alegría, la vida no es vida

Porque, sin alegría, falta la luz a cada uno de mis días

Porque, sin alegría, ¿puedo acogerte en mi casa, Señor?

¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Simplemente porque al tenerte, Señor,

no siento otra cosa en mí sino la ALEGRIA

Tú, Señor, tu Nacimiento y tu llegada

es la causa de mi gozo,

la música de mi alma

la alegría de mi cara

¡Gracias, Señor!

¡Tú eres la causa de mi felicidad!