II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

San Juan 1, 35-42: ¿Qué buscáis?

Autor: Padre Javier Leoz

 

¿Qué buscáis? Es la pregunta que Jesús, una vez bautizado por Juan en el río Jordán, nos realiza a cada uno de nosotros.

1.- El Señor necesita de nuestras manos para llevar adelante su misión. Pero ¿buscamos el bien de Dios? ¿Anhelamos el futuro y la propagación del evangelio? ¿No nos habremos quedado con la silueta, tierna e infante, de Jesús en Belén? ¿Somos conscientes de que, como creyentes, no nos hemos de cansar de investigar y escudriñar en la dirección adecuada?

El Señor, en este día, nos busca a nosotros. Sale a nuestro encuentro. Nos llama, con nombre y apellidos, para secundar o colaborar con su causa. Nos invita a morar en El. El Señor exige respuestas. ¿Seremos capaces de responderle con generosidad?

Responder al Señor no es fácil. Algunos incluso dicen que no merece la pena hacerlo. Que es arriesgarse al vacío y sin sentido. Que no está de moda y que, para buscar esforzándose, mejor es hacerlo en el escaparate ruidoso del mundo que en el invisible campo de la fe.

3.- En España todavía estamos asombrados con el “autobús ateo” que invita a vivir una vida plácida, una existencia sin Dios. Como si el hecho de creer en Dios complicase la vida y nos obstaculizase el disfrutar de ella.

Lo cierto es que, en ese autobús, viajan muchas personas:

-Las que no desean más ocupación que el propio yo

-Los que, cansados de buscar, prefieren afirmar un “Dios no existe”

-Los que, en una desenfrenada lucha por el bienestar, olvidan que hay muchas personas que también tienen derecho a no ser olvidados

-Los que, bajo el paraguas del “Dios no existe” creen que, en la vida, todo vale con tal de alcanzar la felicidad suprema a costa de quien sea y de lo que sea.

-Los que no esperan ni desean más horizontes que sus propios ideales

-Los que están convencidos de que, Dios, es un aguafiestas o alguien empeñado en reventar la felicidad de la humanidad.

¿Qué busca el hombre de hoy? ¿Hacia dónde camina? ¿Busca a Dios o se busca a sí mismo? ¿Quiere algo más o hace tiempo que dejó de esforzarse en el recto camino?

4.- Pidamos al Señor, en este domingo, que no dejemos de ser aventureros. Que le busquemos con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento y con todas nuestras fuerzas.

Todos hemos tenido y sentido “esa hora cuarta”, ese momento personal con el Señor. Ese instante en el que dijimos “estar en el mismo cielo”. Ese minuto en el que, Jesús, se convirtió en ese Alguien insustituible e imprescindible para entender nuestra existencia y nuestro modo de vivir. Que no nos cansemos de buscar a ese Señor que, siempre y en toda circunstancia, sale a nuestro encuentro.

5.- DÉJAME BUSCARTE, SEÑOR

Y no dejes nunca de llamarme

no en la superficialidad donde no te escucho

y sí, en la profundidad de mi ser

donde el Tú y mi yo se abrazan.

DEJAME BUSCARTE, SEÑOR

Porque, en el viento de la fe,

se sostiene tu llamada misteriosa

Y cuenta conmigo para algo

aunque, solamente Tú y sin mis débiles fuerzas

pudieras llevar adelante tu encargo.

DEJAME BUSCARTE, SEÑOR

Para sentir que te sirvo y vivo

trabajando y respondiendo mil veces “si”

para ayudarte a llevar la carga pesada de tu Reino.

DEJAME BUSCARTE, SEÑOR

Y conocerte para amarte

Y amarte para seguirte

aunque, el mundo, no me reconozca méritos

ni ponga aureolas a mis éxitos invisibles al ojo humano.

DEJAME BUSCARTE, SEÑOR

Porque, cuando me llamas,

siento el privilegio de ser convocado

Porque, cuando pronuncias mi nombre,

sé que a algo bueno me invitas

Porque, cuando me interrogas: ¿Qué buscas?

Tú sabes que…sólo a Ti te añoro

Tú sabes que…sólo a Ti te quiero.

DEJAME BUSCARTE, SEÑOR

Dejando todo aquello

que obstaculice el que yo te encuentre

Alejándome de los ruidos

que me impiden escuchar tu voz

Ayúdame a estar siempre inquieto:

en permanente búsqueda

Enséñame a estar contigo:

y conocerte para nunca olvidarte

Envíame para servir amando:

y, contigo, siempre salvando.

Amén.