I Domingo de Cuaresma, Ciclo B

San Marcos 1, 12- 15: La Cuaresma despierta nuestra fe

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Uno cuando observa el panorama del mundo, llega a concluir que se nos está yendo de las manos. Que es tal, el monstruo que estamos construyendo que, ese mundo, puede llegar a revelarse en contra de nosotros mismos.

Jesús, en esta cuaresma, nos da otra oportunidad a los cristianos, para volver a El. Cada iglesia, la eucaristía dominical, son desiertos en los que valoramos las cosas que merecen la pena. Necesitamos de estos espacios, para ver el peso específico de nuestra fe. Para saber si Dios es el único (o algo) en una vida que la tenemos marcada por el compás del todo vale y a costa de lo que sea.

Hemos iniciado la cuaresma. Tenemos como meta final la Pascua. ¿No tendremos que interrogarnos un poco sobre el cómo vivimos nuestra vida cristiana? El mundo que nos rodea necesita de personas, de hombres y de mujeres que vivan coherentemente aquello que dicen creer.

El mensaje cristiano, Jesús muerto y resucitado, seguirá siendo válido en la medida en que nos tomemos en serio nuestra fe; siempre y cuando, esa fe, sea decisiva en la pantalla de nuestras palabras, sentimientos y obras.

Hoy, el escenario materialista y hedonista que nos invade, nos seduce. Nos invita a postrarnos ante un dios llamado don placer, don tener, don aparentar o don incrédulo.

2.- No hace falta marcharse muy lejos para sentir la sensación de desierto. Hay muchas almas desoladas que han sido desangradas precisamente por esa “gripe aviar” que vuela de cristiano en cristiano debilitando su fe, reduciendo su capacidad de asombro ante Dios, alejándolo de todo lo que comporte esfuerzo, sacrificio o compromiso activo.

La vida cristiana, en la cuaresma 2006, nos exige pasos decididos y valientes. No caben las medias tintas en una realidad social donde el mensaje de Jesús es arrinconado y, donde algunas debilidades de los cristianos, son echadas al circo de la burla o de la mofa. Ante la debilidad espiritual no cabe otra opción. Ni otra lección. Sino la clarificación en nuestra vida cristiana. El saber que estamos llamados, en el hoy que nos toca vivir, a ser testimonio de Jesús.

¿Qué es difícil? ¿Qué por qué? ¿Qué cómo? Seguir a Jesús no es un camino de rosas; dar razón de El es una exigencia y las formas y las maneras vienen sugeridas por el ser otros cristos allá donde nos encontremos.

A algunos hermanos nuestros no les resultará difícil, en la próxima Semana Santa, elevar sobre sus hombros las figuras del Nazareno o de la Virgen María. Y, ello, está bien. Pero no es suficiente.

No sería bueno rasgarnos las vestiduras, cuidar el patrimonio artístico o hacerlo presente en las calles y plazas, si eso no se corresponde con una vivencia interior de Jesucristo; si eso que se manifiesta exteriormente, no es fruto de un deseo de conversión o de vivir según el evangelio.

CONSEJOS PARA ESTE PRIMER DOMINGO DE CUARESMA.

El Señor nos coge de la mano, nos lleva al desierto, nos plantea muchos interrogantes. Que seamos capaces de ayunar (incluso como medida terapéutica); que no nos perdamos la eucaristía diaria (para no adelgazar espiritualmente) y que no olvidemos la limosna bien pensada y matizada. ¿Quién puede necesitar de verdad? ¿A través de que institución puedo hacer más efectiva mi solidaridad?