Solemnidad: Anunciación del Señor

San Lucas 1, 26-38: La Anunciación: El homenaje al “Sí”

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

1.- Desposada con el hombre, del que celebrábamos su festividad el pasado día 19 de marzo, recibe a un mensajero divino portando un correo increíble pero cierto: “has encontrado gracia ante Dios. Concebirás un hijo. Se llamará Hijo del altísimo”

María, al escuchar tal noticia, debió de cerrar y abrir de nuevo los ojos pensando que sería un sueño o que, tal vez Dios, se había confundido de casa, de persona o que se había vuelto loco.

Ni una cosa ni la otra: Un ángel se coló en la paz de su casa y, Dios, empezaba a cumplir en Ella y con Ella tantas promesas sugeridas desde siglos. El ángel, con certificado inesperado del cielo, venía en nombre del que habita en las alturas para, indicarle simplemente, que Dios de Ella se enamoró y que esperaba una respuesta.

Era María hermosa, grande y perfecta. No por su fisonomía sino por lo que a Dios cautivó y llamó su atención: su belleza interior. Ello le valió el que Dios se fijara en Ella. Que se hiciera presente en sus entrañas, en aquel sexto mes, y que turbara e inquietara la vida pobre y sencilla de una nazarena que era resto de Israel pero Madre del esperado por los siglos. ¡Alégrate María!

 

2.- En cierta forma, hoy, es el inicio de la Redención. Con el “hágase tu voluntad” Dios encuentra un cheque en blanco para escribir y cumplir, largo y tendido, en el seno de una mujer que fue colosal por ser inmensamente pequeña para el mundo.

La Anunciación del Señor es motivo de satisfacción para nosotros. Dios se fía, una vez más, de la humanidad. Y el camino para descender hasta ella es la humildad y la dulzura, la disponibilidad y la apertura de una mujer que, sin más objeciones que su propia pobreza, quiso brindar sus entrañas para que Dios-hombre, germinase y creciese en su interior.

Pero hoy, y no puede ser de otra manera, es el Anuncio del Señor. Es anuncio del que está por venir. De Aquel, que desde ahora hasta Navidad, irá tomando forma humana en los entresijos de Santa María.

En el marco de la cuaresma, a punto de iniciar la Semana Santa, puede que hasta nos cueste celebrar con especial solemnidad esta fiesta del Señor. Pero, el corazón del creyente, se alegra, palpita con el de María, cuando siente que, el Señor, irrumpe en la historia de la Salvación.

3.- Por otro lado, esta solemnidad, es el día del “SI”. Una afirmación positiva de una mujer que vivió con clave efectiva su ser, su obrar y su entrega incondicional a Dios. Necesitamos, de esta fiesta, para unir nuestros “sies” al de aquella mujer que, siendo poca cosa, no tuvo reparos en abrirse sin condiciones y sin obstáculos para que Dios hiciera obras grandes en Ella.

Hoy, dentro de la misma iglesia, andamos escasos, reacios de afirmaciones y consentimientos decididos y de por vida. Asustan y acobardan las entregas definitivas. El voluntariado es una feliz realidad pero, también es verdad, que la mayor de las veces eventual y por horas. Uno, contempla, el misterio de la Anunciación del Señor y concluye que, no solamente es el inicio de la vida de Jesús de Nazaret en un seno virginal, sino también compromiso recio, arriesgado y de por vida de María Virgen. Desde la Anunciación, pasando por el nacimiento, crecimiento y muerte de Cristo, María será aquella mujer que supo estar ahí con una renuncia total a su propia persona en favor de Dios.

Qué grande pensar que, cada vez que hay un “SI” por Dios, Jesús baja de nuevo a la tierra allá donde se pronuncia.

 

ES LA FIESTA DEL “SI”.

 

¡Si! Señor. Sin resistencias ni prejuicios

¡Sí! Señor. Sin filtros ni más palabras

¡Sí ¡Hágase tu voluntad!

¡Sí. Porque, simplemente, he encontrado gracia ante Dios

¡Sí ¡Dichosa me llamarán todas las generaciones!

¡Sí! ¡En todo agradar a mi Dios!

¡Sí! Con temor pero sin miedo que me paralice

¡Sí! Sin exigencias ni oscuridades

¡Sí! Mirando hacia delante y sin dudas sobre lo de atrás

¡Sí! Con respuestas firmes y humildes

¡Sí! Sostenidos en Dios y por Dios

¡Sí! Sin escurrir el bulto y con ansias de sumergirse

¡Sí! Con fe por la mañana y confianza por la noche

¡Sí! Con fortaleza en el trabajo e ilusión en el caminar

¡Sí! Con empeño en el esfuerzo y serenidad en las decisiones

¡Sí! Con madurez en la respuesta y generosidad en el dar

¡Sí! Cómo María: mirando a Dios y dejándole hacer y amar

¡Sí! Para que actúe el Señor y el mundo crea

¡Sí! Aunque cueste y seamos incomprendidos

¡Sí! Porque Dios, y el mundo, nos necesita

¡Sí! Por Dios y por Cristo

¡Si! En el Espíritu y por el Reino

¡Sí! En la iglesia y por los hermanos

¡Sí! Aunque, a veces, tenga ganas de negarme

¡Sí! Aquí estoy