Viernes Santo

San Juan 18, 1-19,42: Habla el silencio

Autor: Padre Javier Leoz

 

 

--Ha quedado atrás el bullicio y el griterío de Domingo de Ramos. ¡Hosanna al Hijo de David!

--Contemplamos al fondo la mesa que albergó el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección

--Aún sienten el escalofrío de la traición y del beso del mal amigo, los olivos que fueron testigos de sueños, violencia y entregas mal pagadas.

Todavía se mantiene el ceño, de un Pedro asombrado por un Jesús excesivamente arrodillado.

1.- Y ¿ahora? Ahora habla el silencio. Es la hora de la cruz. La cruz pregona el amor. Y, en la cruz, se desangra el Señor. En el horizonte ya no brillan las estrellas. Hasta el sol se resiste a iluminar: hoy, sobre la cruz, se alza el REY DE REYES. Ha subido por amor, por nuestro amor.

--¿Qué podemos hacer, Señor? Pregunta el hombre desde el llano. Miradme. Contempladme. Es el amor de Dios que, una y otra vez, se desparrama a favor de toda la humanidad.

¿Qué podemos hacer, Señor? Pregunta el temeroso. El que huye del escándalo de la cruz. ¡Os lo advertí! Seguirme implica abrazar el madero, cargar con la cruz. Decir sí a Dios en todo momento. Incluso en los momentos en los que la fidelidad o la fe llevan al dolor.

¿Qué podemos hacer, Señor? Si yo he compartido con vosotros vuestra condición humana. ¡Compartid con Dios su condición divina! ¡No os alejéis de El! Para eso he venido. Por ello sufro y mi cuerpo se desangra: para traeros vida y en abundancia. La vida de Dios.

2.- En Viernes Santo habla el silencio. Pocas palabras jamás dijeron y expresaron tanto. La confianza en el Padre puede más que la soledad o la duda.

La cruz, en el Gólgota, puede sonar a fracaso aparente. Representa todos aquellos esfuerzos que, desde distintos vértices, se realizan en nombre del Señor. Pero al final, sólo al final, se verá –veremos- el fruto de nuestras entregas; de nuestras oraciones; de nuestros silencios. Al final, sólo al final, comprenderemos el valor de tanta sangra derramada. De la fe que tributamos en vida a Dios. De la fidelidad de todos y cada uno de nosotros al Padre.

--Porque, desde la cruz, habla el silencio….dejemos las palabras y acudamos al corazón para contemplar en él la grandeza de todos estos misterios.

--Porque, desde la cruz, habla el amor….hablemos menos, y amemos más

--Porque, desde la cruz, se nos da una Madre….que Ella nos ayude a ser fieles testigos de Cristo

--Porque, desde la cruz, se nos perdona…que no desaprovechemos la oportunidad de acogernos a ese perdón

--Porque, desde la cruz, se nos promete un Paraíso….que no pongamos nuestros ojos exclusivamente en el mundo

--Porque, desde la cruz, el HOMBRE se desangra….que no permitamos más injusticias ni violencia

--Porque, desde la cruz, Dios nos da lo más grande….que nada se interponga entre nosotros y Jesús

3.- NECESITO DECÍRTELO, JESUS

¿Cómo pagar todo lo que has hecho por mí?

Tu amor es tan grande,

que en la cruz es inabarcable

Tu entrega es tan dolorosa

que, saltan ríos de sangre,

por toda la humanidad sufriente y dolorida

NECESITO DECÍRTELO, JESUS

Que sobran las palabras cuando hablas con tu cuerpo

Que no hacen falta más redentores

ni queremos más profetas

Que tu amor produce vértigo y espanto:

¿Por qué lo has hecho, Señor?

¿Tanto vale el hombre?

¿Tan costosa es su redención?

¿No te das cuenta, Señor,

que somos falsa moneda?

NECESITO DECIRTELO, JESUS

Has subido a la cruz, por mí

y, por ello mismo, te doy las gracias

Has subido al madero, por nosotros,

y por los que te ignoran o te maldicen

te pido perdón y misericordia.

Por los que alzan sus ojos al tronco redentor

y cambian sus vidas

Por los que levantan sus cabezas

y piensan que no hiciste nada

Por los que elevan sus cuerpos

y creen que, con pequeños gestos,

ya hacen demasiado por el mundo

NECESITO DECIRTELO, JESUS

Nada tan radical como tu amor clavado

Nadie tan injustamente tratado como Tú

Nuestro amor es cuentagotas

al lado del derroche que resbala por ese madero

Nuestro dolor es insignificante

comparado con el gemido que desprende esa cruz

NECESITO DECIRTELO, JESUS

Que estamos en deuda contigo

Que grande es tu rescate por todos

Y que, el hombre, es desagradecido

Que como Judas, por poco o por nada,

te seguimos vendiendo

Que la negación de Pedro,

sale en muchos de nuestros labios

NECESITO DECIRTELO, JESUS

¿Cómo pagaremos todo el bien

que Tú nos has hecho?