Fiesta: La Transfiguración del Señor, Ciclo B
San Marcos 9, 2-10:
La Transfiguración

Autor: Padre Javier Leoz  

 

En Cafarnaún Jesús dijo a la gente: Os lo aseguro. Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad por el alimento que perdura, dando vida eterna”. San Juan, cap. 6.

1.- Cerca al Tiberiades, pueden verse todavía las bases de dieciocho columnas que dividían el recinto en tres naves. Además sillares de mármol con símbolos judíos, como la estrella de David y el candelabro de los siete brazos. Son ruinas de una sinagoga, levantada durante el siglo III sobre el emplazamiento de otra más antigua. Quizás aquella que edificó el centurión romano para ganarse a los judíos, la cual Jesús visitaría frecuentemente. Escenario también del sermón sobre el Pan de Vida que nos trae san Juan.

La multitud regresa, luego de la multiplicación de los panes y los pescados. Pero el Señor los recibe con un reproche: “Me buscáis, no porque visteis signos --un alimento milagroso que descubre quién soy yo-- sino porque comisteis pan hasta saciaros”. La gente permanecería en silencio, tratando de comprender. Y Jesús añade: “Trabajad no por el alimento que perece, sino por aquel que perdura, dando vida eterna”.

2.- Las preguntas y respuestas que se cruzan entre Jesús y su auditorio, nos recuerdan el diálogo del Maestro con la samaritana. Allá Jesús ofrece a la mujer un agua, que aplaca la sed para siempre. Aquí le habla a la gente de “un alimento que perdura, dando vida eterna”. Allá la extranjera le pide de esa agua, para no tener que volver hasta cada día a la fuente. Aquí la multitud ruega al Señor que le regale de ese pan.

Allá la mujer ironiza la situación, señalando que el Maestro no tiene cubo para arrojar al pozo, que es profundo. Aquí los presentes discuten la oferta de Jesús, desafiándolo a que repita el prodigio del maná. Una experiencia que todo judío guardaba en su memoria.

Jesús avanza en su promesa de la Eucaristía, si bien de forma indirecta. Explica que no fue Moisés, el que sacó de apuros al pueblo en el desierto. Fue el mismo Dios a quien Él ahora llama Padre. El cual les va a dar otro pan que también baja del cielo.

3.- Cuando se trata de los niños, el Padre Astete exige que, para recibir la Comunión, “sepan ellos distinguir del alimento común, el Cuerpo Sacrosanto de Cristo y adorarlo con reverencia”. Una fórmula de tiempos anteriores pero que aclara la palabra de Jesús: “Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna”.

El mundo actual presenta el escandaloso fenómeno de la opulencia satisfecha, frente a una miseria extrema. En ciertos niveles, muchos trabajos tecnificados que facilitan el esfuerzo humano y ofrecen a la vez, resultados más gratificantes. Pero a la par, una multitud que suspira por unas horas de trabajo y obviamente por un poco de pan.

4.- Jesús explica que existe otra manera de trabajar y otro misterioso alimento. Comprendemos entonces la estrecha relación entre Eucaristía y trabajos diarios. Entre trabajos diarios y sentido de la vida. Entre sentido de la vida y valores. Sería entonces necesario regresar a Cafarnaún, junto al lago. Comprenderíamos que el sentido cristiano de “comunión”, va más allá de un trozo de pan y un sorbo de vino.