XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 41- 51:
La vida no es solo comer

Autor: Padre Javier Leoz  

 

1. Nunca como hoy, la humanidad o gran parte de ella, ha dispuesto de tantos adelantos: comunicación por aire, tierra y mar. Recursos de alimentación o bienes materiales en abundancia y, por contraste, en algunos lugares con tanta escasez y desigualdades.

Nunca como hoy, la humanidad, ha tenido tanto y, por lo que sea, nunca ha tenido tanta sensación de insatisfacción, de infelicidad. Algo ocurre en nuestro globo cuando, tanto personal, dice tener poco apego a la vida. Cuando, la droga, el suicidio u otras prácticas de riesgo se convierten en una llamada de atención que nos debiera de hacer reflexionar: la vida, no sólo es tener, acaparar, aparentar, conquistar, consumir o comer. Es mucho más. Tenemos que descubrir o llegar a algo más que le dé sentido.

No es de extrañar, precisamente por eso, que mucha gente encuentre en el sano altruismo, en la entrega generosa hacia los demás, muchas razones para vivir o sentirse realizado. Y, al contrario, no es de extrañar tampoco que otros –teniéndolo todo- no sepan por donde tirar para alcanzar un equilibrio razonable en su vida.

¿Dónde está la respuesta? Para nosotros, los cristianos, en Cristo. Y desde ahí hemos de trabajar. De poco sirve ser los más adelantados; que la ciencia vaya conquistando campos hasta unos años impensables; que los grandes descubrimientos dejen a parte de la humanidad con los ojos asombrados o que, por ejemplo, el bienestar del hombre –en algunos rincones del mundo- haya alcanzado cotas impresionantes. ¿Es positivo si luego, a continuación, fallamos y faltamos en lo esencial: el hombre?

2.- La apariencia, lo material y lo puramente superficial, se pueden convertir en un cruel muro que nos impida dar el salto a Dios. A los judíos les aconteció lo mismo: estaban tan aferrados a la ley (y a sus propios privilegios) que el paso del código de normas a Jesús les resultaba escandaloso, imposible, inadmisible. Entre otras cosas porque, aquello, suponía desmontar muchas ideas y muchos intereses; apearse de muchos caballos domesticados a su propia medida.

Hoy, como entonces, también nos encontramos con escenas muy parecidas: ¡creo en Dios pero no en la Iglesia! ¡Yo me confieso directamente con Dios! ¡A mí con creer en Dios me basta, me sobran los curas! ¿No será en el fondo que seguimos sin creer en el Dios encarnado? ¿No será que, muchos, seguimos o siguen pensando que Dios es un Dios a nuestro antojo, capricho y sometido a nuestra propia ley?

3.- Ojala, amigos, sigamos avanzando en el conocimiento de Dios. Pero, no lo olvidemos; para llegar hasta El, el único camino es Jesucristo.

Que no reduzcamos nuestra vida a “un ir tirando comiendo.” Que nos preocupemos de buscar siempre razones, momentos, profetas, ayudas para “un ir viviendo creyendo en Jesús”.

4.- PAN VIVO, EN UN MUNDO MUERTO

Fortaleces, con tu pan,

al que hambriento de otros panes

cae bajo el peso de su propia debilidad.

Nos sacias, Señor, con tu ternura

y, cuando falla el calor humano,

te haces encuentro, caricia,

abrazo, respuesta y amor entregado

 

Eres pan vivo, Señor,

en un mundo que, creyéndose seguro,

es zarandeado al viento de su propio egoísmo.

 

Eres pan vivo, Señor,

que, cuando se recibe con fe,

produce el milagro del amor sin farsa

el milagro de la fe sin fisuras

el milagro de las manos abiertas

el milagro de darse sin agotarse

 

Eres pan vivo, Señor,

y quien te recibe, vive eternamente

quien te recibe, cree y espera

quien te come, ama y se entrega

quien te comulga, perdona y olvida

 

Eres pan vivo, Señor;

ayúdame a responderte con mi fe

enséñame a ver más allá de mi mismo

condúceme hasta tu regazo

para que, allá donde yo vaya,

siempre contigo me encuentre.

 

Y, cuando yo crea sentirme demasiado vivo,

haz que, con tu pan,

comprenda que el mundo

está demasiado muerto

cuando es incapaz de reconocerte

como el pan vivo y verdadero sustento.

Amén.