XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 9, 30-37:
Sirviendo... sin servilismo

Autor: Padre Javier Leoz  

 

1.Cuando uno lee en este día la primera lectura “Acechemos al justo, que nos resulta incómodo; nos echa en cara nuestros pecados” me evoca el trato injusto, desproporcionado (por no decir linchamiento) al que, el Papa Benedicto, ha sido sometido por unas palabras que, a todas luces, han sido mal interpretadas y sacadas de todo su contexto.
El Evangelio de hoy, y el del domingo pasado “quien no tome su cruz y me siga” es una advertencia clara: seguir a Jesús implica complicarnos la vida, cuando queremos clarificarla. ¿Discutimos hoy, por ejemplo, de quién es más importante en nuestra Europa? ¿Quién es más trascendental en nuestra ciudad? ¿Qué es lo más primordial en nuestro corazón? ¿Lo es Jesús? ¿Lo es la religión católica? ¿Lo es la comunión, implícita y explícita, con el Papa?
Al igual que con Pedro, el domingo pasado, también habrá muchos católicos que no deseen enmarañarse la existencia. Que, bueno, bautizarse pues si; comulgar a los hijos –si luce-- también; o incluso si hay que casarse “en” la iglesia –por no incomodar a la familia- pues también. Pero ¿comprometerse de lleno por la causa de Jesús? ¿Involucrarse y mojarse de lleno en la defensa de la iglesia: señalarse en pro de los ideales cristianos o del Papa? ¡Ah no! ¡Eso ya es otra cosa! ¿En eso?... ¡Ahí si que somos los últimos de la fila!
Así nos va. La fe nos exige, por supuesto, no ser los primeros en pretensiones, en privilegios o en vanidad. Pero, esa misma fe, nos interpela para que, el Evangelio, sea fermento en medio de un mundo donde todo vale y todo cuela. El ser los últimos, no significa no poder hablar y temblar por miedo a las reacciones que podamos cosechar, en pro de una realidad mejor y según la mente de Dios.

2.- Una cosa es servir, como cualidad irrenunciable de nuestro ser cristiano, y otra muy distinta es el caer en la tentación de un servilismo vergonzante. En el término medio estará la virtud. Desde luego, el evangelio de hoy, no es una invitación a ser los últimos (como creyentes, como católicos y como religión) en la coyuntura en la que nos desenvolvemos.
Hoy, cuando asistimos a la Eucaristía, ¿nos preguntamos en qué y por qué queremos ser los primeros? ¿Nos preocupamos por el afán de superarnos en nuestra vida cristiana? Malo será que, caminando con Jesús, marchemos tan atrás (en un mal entendido afán de “no ser notorios”) que, el cristianismo y nuestra fe, queden eclipsados por el humo de nuestra cobardía, pereza o absentismo evangelizador.
Así es, amigos; el ser compañeros de Jesús nos apura a dar la cara por El. Dejarnos moldear por El. Sentirnos orgullosos y contentos de pertenecer a una iglesia que, algunos que reinan en la primera línea de la información mediática, se encargan de lapidar, castigar y humillar en una campaña perfectamente orquestada y tergiversada.
Hoy, si Jesús viniera de nuevo a nuestra tierra, nos diría que, como cristianos y católicos, fuésemos algunas veces “los primeros” en ocupar puestos de decisiones, desde los cuales poder incentivar el anuncio del evangelio; los pioneros en dirigir ciertos medios de comunicación para que fuesen más respetuosos, agradecidos y receptivos con la esencia cristiana que ha forjado a occidente y otros tantos continentes ; los adelantados en salir al paso de la mentira y de la zafiedad que inunda las mentes de aquellos que rigen, se mofan y denuncian sólo en una determinada dirección.
Ya sabemos que como cristianos, ser los primeros, significa ser servidores de los demás. Pero, flaco favor haríamos a nuestra tierra, a nuestra sociedad, a nuestro mundo, a nuestro pueblo si –por el hecho de ser excesivamente blandos y permisivos- nos pongamos tan al fondo de todo, que otros sean los que se aprovechen del vacío peligroso que estamos dejando, fruto de nuestra anemia espiritual.

¡QUIERO SER EL PRIMERO! ¡QUIERO SER EL ÚLTIMO!

¡QUIERO SER EL PRIMERO!
Como Jesús, sirviendo
Como Jesús, amando
Como Jesús, perdonando
Como Jesús, denunciando
Como Jesús, anunciando
Como Jesús, acogiendo
Como Jesús, preocupado por los demás
Como Jesús, entregado a la sociedad
Como Jesús, volcado al mundo
Como Jesús, fascinado por Dios
Como Jesús, trabajando por el hombre
Como Jesús, embargado por la oración
Como Jesús, con los pies en la tierra

¡QUIERO SER EL ÚLTIMO!
Como Jesús, en pretensiones superficiales
Como Jesús, en la mentira
Como Jesús, en ser servido
Como Jesús, en ser comprendido
Como Jesús, en ser amado
Como Jesús, en ser correspondido
Como Jesús, en ser aplaudido
Como Jesús, en ser reverenciado
Como Jesús, en ser recompensado
Como Jesús, en ser agasajado
Como Jesús, en ser importante
Como Jesús, en ser estimado