III Domingo de Cuaresma, Ciclo A.
Juan 4, 5-42: El pozo

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Hablar del agua hoy es una de las inquietudes más preocupantes de la humanidad. Las próximas guerras serán a causa del agua, pronostican los cientistas del futuro. El pueblo de Israel sufrió en carne propia esta angustia en el desierto. Familias enteras en muchos países compran el agua por dosis limitadas cada semana. A cuenta-gotas se dice.

Jesús exhausto, cansado llega al pozo de Jacob en Sicar. Es medio día, sol canicular. Por una coincidencia que responde a la Providencia, llega también una mujer samaritana a sacar agua. Es un encuentro de género, de razas, pueblos, culturas, religiones distintas. Y de una necesidad común. La pluralidad, mejor, pluralismo, decimos hoy, es evidente.

No hay trato entre judíos y samaritanos. Hay antagonismo, rivalidad, extranjerismo. La mujer es excluida del trato público con los varones, tanto que los apóstoles se extrañan de encontrarlos juntos conversando. El culto se realiza en lugares diferentes. Hay un abismo moral entre los interlocutores. Sin embargo, Jesús le pide agua.

Pero no es el agua del pozo de Jacob, es el agua de su pozo interior, su vida, su reivindicación, el descubrimiento del culto verdadero en “espíritu y en verdad”, la aceptación gozosa de sí misma, su vocación al servicio de su pueblo en el encuentro con Jesucristo. También nosotros/as estamos llamados a descubrir nuestro pozo interior.

Cochabamba 24.02.08