IV Domingo de Cuaresma, Ciclo A.
Juan 9, 1-41: Los frutos de la luz

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Kierkegaard decía: “Es necesario abrir brecha para que Dios avance”. La cuaresma es esta brecha misteriosa, salvífica, providencial que se nos brinda como oportunidad para permitir que Dios avance en nuestras vidas a fin de que se dé el encuentro con Él allí en el recinto último, sagrado, profundo de nuestro ser: El corazón. 

Dios mismo nos da las herramientas para abrir esta brecha. Son la luz y la visión. Juan es el único evangelista que da una definición de Dios. Y entre ellas está la de  Dios es luz”. Pablo hoy nos habla de la luz y de sus frutos: “La bondad, la justicia y la verdad”. Estos frutos  nacen de la misma Luz que es Cristo. 

Samuel se engaña en la selección del Ungido del Señor. Sus criterios son humanos. Se fija sólo en apariencias y no logra tener la ‘visión’ que es propia del Espíritu. Dios tiene que insinuárselo, convencerlo. La ‘visión’ del pueblo de Dios nace del corazón. El discipulado se enmarca en esta ‘visión’ y sólo desde esta ‘visión’ que abre brecha. 

En el evangelio se da el contraste: Luz y tinieblas. Aceptación y rechazo. Testimonio y condenación. El ciego  obtiene la visión en la Luz. Los fariseos se hunden en la ceguera total, en el rechazo a la verdad,  en la exclusión de su propio correligionario. Sólo la Luz nos hermana en la bondad y nos abre la brecha de la justicia en la verdad.  

Cochabamba 02.03.08