Domingo de Ramos, Ciclo A.
Mateo 26, 14-27,66: Si éstos callan…

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Con frecuencia escuchamos decir que el ‘silencio es cómplice’. Hay silencios que implican miedo, subordinación, adulación. En el fondo, callamos la verdad. Muchos silencios encubren el dolor. Son como un sudario frío que nos devela la tristeza y el  martirio continuado de cada día. 

Vivimos atestados/as de comunicación, cansados/as de tanto ruido. El silencio es el justificativo último del anonimato. O el lenguaje petrificado de la soledad. También la gritería extrema es signo de un silencio torturado. Las grades manifestaciones públicas de cualquier índole sepultan silencios acunados en la esperanza. 

Hoy la liturgia nos invita a gritar. A saltar de gozo. Nuestras liturgias son muy tristes, muy serias, muy calladas. Tienen poco de comunicación y de vida. Jesús en un desfile improvisado, pero procesional, entra a Jerusalén. Los fariseos carcomidos de envida, imponen silencio. Y el Maestro irrumpe: “Si éstos callan, gritarán las piedras…” 

Nuestra fe se ve amenazada de silencios cómplices de cobardía. La fe no se puede callar, no se puede esconder, menos, disimular so capa de prudencias mezquinas. Es como esconder la luz. El discipulado de Jesús asume con valentía la cruz y ésta está enarbolada en lo alto: Donde se ve, donde se escucha su palabra, su testimonio. 

Cochabamba 16.03.08