III Domingo de Pascua, Ciclo A.
Lucas 24, 13-35: Ojos abiertos

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

La Pascua es fiesta, celebración, alegría. Implica una mirada hacia delante. Una noticia que asombra, contagia, desborda nuestros pequeños límites de  miopía ritual, estrechez,  aburrimiento. Atrás quedan los muertos, los sepulcros, la tristeza, la melancolía. Se canta la victoria sobre nuestras frustraciones, tentaciones de estancamiento. 

Los dos discípulos de Emaús estaban vestidos de funeral. Su corazón estaba cocido en el dolor. Su pensamiento se había quedado aferrado a los sudarios. Sus ojos vendados, no podían contemplar al Resucitado. “Eres tú el único en Jerusalén…” le repetían insistentes al forastero encontradizo insinuándole ignorancia ciega. 

 Y comienza la mejor exégesis bíblica. El Maestro va desgranando textos, presentando personajes, develando la historia de Salvación como la superación de todo acomodo egoísta a nuestros intereses. Se van derrumbando las ideas sobre un Mesías triunfante, fácil, cómodo, sin Cruz, sin ofrenda de la propia vida. 

La tarde va cayendo, quédate con nosotros”. Es el primer gesto salvador de los azorados  discípulos. Acogida, invitación, mesa, pan, celebración. Todo un proceso de descubrimiento. El corazón comienza a arder. Se abren los ojos. En cada Eucaristía se celebra este milagro que da fuego, enciende la alegría y descubre su amor siempre nuevo. 

Cochabamba 06.04.08