Solemnidad de Pentecostes, Ciclo A
Juan 20, 19-23: Espíritu y Misión

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Tanto el libro de los Hechos como el Evangelio nos dicen hoy que los Apóstoles estaban reunidos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Miedo y cerrazón van juntos. En ambos hay estrechez de mente, intereses mezquinos, cobardía, inseguridad, debilidad como fantasmas merodeando en fuerza irresistible. 

El Pentecostés joaneo se da el mismo día de la resurrección. Jesús irrumpe en el lugar donde están los Apóstoles. Se llenan de alegría. Comienza su corazón a abrirse.  Desaparece todo  tristeza. Queda atrás un mundo frenético de rencillas, celos,  ambiciones desarticuladas. Jesús les da el Espíritu. Todo se hace nuevo. 

El día de Pentecostés el Espíritu rebasa toda medida, toda pequeñez, toda frontera. Ese día el universo comienza a ser ‘aldea planetaria’, asunto de vecinos. Se supera toda intolerancia y exclusión, toda incomunicación y desafecto. Nace la fraternidad universal como signo de la presencia activa y unificante del Espíritu. 

Y nace la Misión. El Espíritu es su protagonista. Nace en base de humanidad. Precisamente es el Espíritu quien nos hace humanos/as. Se proyecta a todo pueblo y nación en la comunión. Su energía es el amor. Su testimonio se sella con la sangre. Su identidad nos convierte en valientes seguidores/as y anunciadores/as de Jesús. 

Cochabamba 11.05.08