XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 18, 15-20: Deuda interior

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Usamos hoy el  lenguaje del miedo y de la beligerancia. Mantenemos los nervios encrespados. Gritamos, amenazamos. Nos acosan las deudas. Vivimos al filo último de la contienda, de la división, de la exclusión, del racismo a ultranza, de la humillación última. Algo grueso se está tejiendo en el planeta, en la nación, en la familia, en el corazón.

Pero nos hacemos los/as sordos/as ante este drama de humanidad. Creemos que con la fuerza superamos los conflictos. La mesa del diálogo se queda sin comensales. Faltan ideas y sobran egoísmos. Cuando un hombre o una mujer levantan el puño para descargarlo, son gentes que se quedaron sin ideas. La fuerza es un signo evidente de nuestra  brutalidad.

La Palabra, hoy, nos invita a saldar deudas. Las tenemos de toda índole: Históricas, culturales, sociales, políticas, religiosas. También hablamos de la deuda externa como un atraco a mano armada. Como acreedores exigimos cuentas claras. Como deudores clamamos a la justicia, al tiempo y a la generosidad, testigos de nuestra iliquidez.

Cristianos y cristianas somos deudores a perpetuidad. Es la deuda del amor. Deuda pendiente jamás liquidada o cancelada. Siempre  debemos amor a los demás. La caridad es un crédito que  nos exhiben en todo tiempo y lugar. No hay disculpas, no hay excusas para cancelarlo. Con esta nota de débito se nos juzgará en la eternidad.

Cochabamba 07.09.08