XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mateo 21, 33-43: Canto de amor

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Somos pasión, arte, belleza, música, canción. Por algo somos hechos a imagen y semejanza de Dios, principio de toda inspiración. Nuestra propia vida tiene que ser cantada para que tenga sentido. Y sólo el amor expresa la totalidad del canto. Los/as artistas en lugar de sangre tienen en sus venas música.

El Dios de nosotros/as es un Dios farrero, fiestero, alegre y joven. Isaías nos lo presenta hoy como un apasionado de la vida que le canta al amor. “Voy a cantar en nombre de mi amigo, un canto de amor”. Y sus notas primordiales son a la viña. Y ‘viña’ acá somos, el pueblo, la familia, la comunidad, cada uno y cada una, nuestro propio corazón.

Y todo lo ha hecho por su viña. La ha rodeado de cariño, afecto, ternura. No hay un solo detalle que no esté previsto. La fortaleza que la cuidará de todo mal. El vigía que anunciará los peligros. El hortelano asiduo y generoso que regará, abonará y podará. Todos aúnan sus esfuerzos para cuidarla, defenderla prodigándole atenciones y derroches de amor.

¿Qué se podría esperar en respuesta? Que dé frutos abundantes. Que sea fiel. Reciprocidad, al menos, en la misma intensidad. ¡Pero, no! ¡Todo ha sido en balde! Indiferencia, desprecio, agresividad, esterilidad. Es hora de dar frutos de reconciliación, de unidad, de paz. Es hora de aceptar el amor de Dios y transformarlo en amor de hermanos y hermanas.

Cochabamba 05.10.08