I Domingo de Adviento, Ciclo B
Marcos 13, 33-37:
Para comenzar

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

Hablamos de calendarios diferentes, de años que se cruzan con nuestros intereses, profesiones, religiones, culturas. Cada quien tiene su inicio festivo de actividades, compromisos, agendas según sus raíces o su historia. Nuestra fe cristiana inicia este domingo su calendario litúrgico, su nuevo año. Comenzamos con el Adviento.

La Palabra nos abre a la novedad, al estupor. Brota del corazón un grito: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases…!”. Es sueño, es ilusión, es esperanza. La soledad que nos aprisiona en el último resquicio de la existencia, pide una presencia, exige una visión consoladora, algo que dé sentido, razón, contenido a nuestra vida. A esto llamamos ‘esperanza’.

Adviento es espera. Pero una espera que se traduce más bien en esperanza. Alguien, como dice Pablo en su carta a los Corintios, que “nos enriquezca en el hablar y en el saber”, Alguien más cercano que esté a la puerta y llame, un Alguien que pronuncie mi nombre e invite a caminar. Estamos atardecidos en esta espera.

El Adviento también es vigilancia. Es la exhortación de Jesús en el Evangelio: “Vigilen”. No sabemos la hora. Por eso hay que estar atentos/as. Debemos asumir nuestras tareas con responsabilidad y compromiso. No se puede delegar en segundas personas. “Cada uno a su tarea”. Cada uno en su puesto. Todos, todas a darle fisonomía de novedad y cambio a nuestro corazón y sociedad.

Cochabamba 30.11.08