V Domingo de Pascua, Ciclo B
Juan 15,1-8:
Aceptar la poda

Autor: Padre Jesús E. Osorno Gil. mxy

 

 

El águila, a cierta edad, toma cuenta de su envejecimiento y sube al risco más alto en donde, con dureza, cambia su pico, sus garras y su plumaje, para comenzar una nueva juventud. Las serpientes se revisten de piel nueva a cierto ritmo de su vida. Los campesinos podan los árboles para que engruesen y den fruto abundante.

Al ser humano le da mucha dificultad esta poda tan legítima y necesaria. Estamos hechos sólo para conservar o aumentar lo que ya poseemos. Consideramos peligroso a todo lo que es nuevo y seguro sólo a lo que está anclado en el pasado. Verbos como cambiar, renovar, transformar han sufrido un virus esquizofrénico en nuestras vidas y sociedad.

Jesús hoy habla de la poda en el evangelio. La Iglesia es como un árbol. Hunde sus raíces en el suelo fecundo del amor del Padre. Allí se expanden a todo el universo. Su tronco es del tamaño de nuestro horizonte y su follaje da acogida a lo diverso y plural. Los frutos se conocen en el gusto por la vida y la madurez de sus comunidades.

Pero hay el peligro de convertir este árbol gigante en un bonsái. Se les llama “bonsái” en japonés para decirnos que son “árboles de bandeja”. Allí su raíz  no crece. La reducimos a nuestra conciencia. Y olvidamos lo que Juan dice hoy que Dios es más grande que nuestra propia conciencia. Necesitamos un Iglesia que dé el fruto de nuestra autenticidad.  

Cochabamba 10.05.09