I Domingo de Cuaresma, Ciclo B

San Marcos 1, 12-15: Dios nos ama primero

Autor: Padre Jesús Espéja, O.P

Con permiso de: palabranueva.net 

 

 

1. Llamados a ser felices, llevamos siempre la marca de la insatisfacción. En el fondo queremos ser buenos con los demás, pero una y otra vez nuestro egoísmo nos ciega. Somos capaces de soñar con una sociedad de convivencia ideal, pero la miseria de cada día en los otros y en nosotros mismos, nos desanima: ¿para qué intentar de nuevo esa utopía, si al final siempre sucumbimos?

2. En este primer domingo de Cuaresma, la Palabra trae una buena noticia: Dios mismo nos precede, apoya, impulsa. Aunque muchas veces no estamos a la altura de nuestra libertad, una y otra vez ratifica su alianza, su amor eficaz en favor nuestro. La fidelidad de Dios al proyecto de la creación –“el diluvio no volverá a destruir a los vivientes”– es signo de confianza para cada uno de nosotros como personas y como pueblo.

Según el evangelio, Jesucristo es la nueva humanidad. Porque Dios está en él; fue siempre libre para amar. Nunca se arrodilló ante los ídolos o falsos absolutos del tener, poder o gozar sin pensar en los otros… Realizó la vocación del hombre diseñado por el Creador: ser su lugarteniente, en convivencia pacífica con todos.

Es el mensaje de la segunda lectura que trae una homilía de san Pedro: en el bautismo, Dios mismo se acerca con amor a nosotros, como se acercó en otro tiempo a Noé para salvarlo del diluvio. Nos da su Espíritu para que, siguiendo la conducta de Jesucristo, sigamos sus pasos, re-creemos su propia conducta en nuestra historia, y así vayamos forjando en nosotros la nueva humanidad.

3. La conversión cristiana no está motivada por el miedo a Dios, sino por la experiencia de que Dios nos ama primero y nunca se cansa de amar: “está irrumpiendo el reinado de Dios”, y ante la buena noticia, como el que descubre un tesoro escondido, se cambia de mirada, de mentalidad y de orientación en la vida. Dios actúa dentro de nosotros, como aliento de vida, antes de que lo invoquemos. Dejándonos alcanzar por esta cercanía de amor, iniciemos nuestra conversión cuaresmal: “Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas!”

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El Creador nos está trabajando continuamente; y aunque no resulta fácil modelar aristas duras, nunca deja su proyecto a medio camino. Según el profeta Jeremías, Dios “introduce su ley en nuestra intimidad y la escribe en nuestro corazón”; esa cercanía benevolente nos permitirá ser libres, verdaderamente libres para amar.
Será la nueva alianza.

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