Autor: Padre Jesús Espéja, O.P
Con permiso de: palabranueva.net
1.Todos soñamos con una felicidad sin sombras, y aclamamos
a los libertadores de nuestro pueblo como Félix Varela o José Martí. Pero a
veces olvidamos que son referencia para nosotros, no solo y tanto por lo que
hicieron, sino porque fueron capaces de amar al pueblo cubano hasta jugarse la
seguridad y la vida. Así puede ocurrir que hablemos mucho de nuestros
libertadores, pero no logremos construir la sociedad de hombres libres porque no
intentamos “re-crear” su conducta.
2. En el Domingo de Ramos las gentes del pueblo judío aclamaron a Jesús de
Nazaret como Mesías libertador. Pero en seguida las autoridades de ese mismo
pueblo lo apresaron y condenaron a muerte. El evangelio que se lee antes de la
procesión narra las aclamaciones alborozadas del pueblo cuando Jesús entra en
Jerusalén. Pero el relato de la Pasión según el evangelista Marcos, narra cómo
después un discípulo le traiciona y los otros huyen, muchos se burlan, mientras
el Crucificado experimenta la soledad: “¡Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
A pesar de todo se entrega con amor y confiando en ese Dios silencioso en su
misma cercanía. Por eso los cristianos confesamos: “si este hombre ha sido capaz
de vivir y morir con tanto amor y libertad, verdaderamente era el Hijo de Dios”.
3. Mirando el ejemplo de Jesús, la celebración del domingo de Ramos nos sugiere
cuál es el verdadero camino para conseguir la liberación: hacer el bien, curar a
los que encontremos en el camino, combatir tantos males que nos deshumanizan.